La empleada le preguntó.
- ¿Ya acabaste?.
- Pues no, pero me tengo que ir. Le dices a los señores que el domingo que viene termino, que yo sin música no trabajo.
La empleada lo miró extrañada esperando una explicación. Con la misma, Manolo cogió la escalera y la bolsa con el cadáver del transistor y enfiló a la furgoneta.
Efectivamente, si te toca trabajar un domingo, al menos hazlo con alegría.