El pito

Publicado el 14 julio 2011 por Salvador Gonzalez Lopez

Vivo en uno de esos pisos de l’Esquerra de l’Eixample de doscientos metros cuadrados, construidos a principios del siglo XX y que han sido reformados. ... Saliendo de casa cojo Gran Via, acostumbro a ir por uno de los dos paseos centrales, hasta Plaza Universidad, allí calle Tallers y poco después ya estoy en las Ramblas. ...Pensaba llegar hasta la catedral, subir por la calle dels Comtes hasta Ferran, cruzar allí la Via Layetana y por Argenteria llegar a Santa Maria del Mar, iglesia que siempre me ha encantado por su serena belleza y en cuyo interior pensaba estar un rato sentado. ...

Al llegar a Ramblas, justo dejar atrás el Boadas, me fije no sé porqué, en uno de esos paquistaníes que antes vendían unos chismes voladores luminosos que tiraban continuamente al aire, para llamar la atención de los posibles clientes, y que luego recogían con gran habilidad antes de caer al suelo. ...

Ahora venden unos pitos que te pones debajo de la lengua y al hablar deforman tu voz haciendo que suene como la del pato Donald, con un sonido parecido a un chimichimi.

Cuando pase por su lado me ofreció uno y para demostrarme como funcionaba empezó a hablar. ...

—Zaratustra bajó solo de las montañas sin encontrar a nadie. ...

Me quede asombrado y pensé ¿Como puede este paqui hablar tan bien castellano y conocer a ese nivel de detalle a Nietzsche? ...

— Amar y ser amado era la cosa más dulce para mí, sobre todo si podía gozar del cuerpo de la persona amada. ... Porque al fin fui amado, y llegué secretamente al vínculo del placer, y me dejé amarrar alegre con molestas ataduras, para ser luego azotado con las varas candentes de hierro de los celos, sospechas, temores, iras y contiendas. ...

Me vuelve a mirar como si no entendiese nada, algo mosqueado por el interés que muestro hacía él y por fin dice:

— Entonces, y por esos mismos dioses de los que estamos hablando, explícate con claridad ante esos jueces y ante mí, pues hay algo que no acabo de comprender: ¿O sea que yo enseño a creer que existen algunos dioses, y en este caso, yo en modo alguno soy ateo ni delinco, o bien, dices, por esta parte, que en concreto no creo en los dioses del Estado, sino en otros diferentes, y es por eso por lo que me acusas o mas bien sostienes que no creo en ningún dios y que además estas ideas las inculco a los demás? ...

Harto ya de que esté enfrente suyo mirándole con cara de idiota, se quita el aparato de la boca y me dice:

— Dos euros uno, señor.

Antes de que se lo vuelva a meter le repito la primera pregunta: ...

—Dos euros uno señor − es su monótona respuesta y vuelve a meterse el chisme en la boca. ...

— Si K′ es un sistema de coordenadas que se mueve uniformemente y sin rotación respecto a K, entonces los fenómenos naturales transcurren con respecto a K′ según idénticas leyes generales que con respecto a K. Esta proposición es lo que llamaremos el “principio de relatividad” (en sentido restringido).. ...

— Dos euros uno señor – responde. ...

Le pido que me de el pito que está usando y no me entiende. ... El paqui sigue gritando, cada vez mas enfadado al ver el follón que le he montado, seguramente pensando en que no tiene papeles y que en cualquier momento pueden llegar los municipales. ... Por fin llego a un acuerdo y le compro todas las unidades que lleva encima, le pago unos cien euros y voy rápidamente para casa. ...Lo compruebo con mi voz: un, dos, tres, probando… reproduzco y escucho mi voz nítida: un, dos, tres, probando… Me pongo el pito en la boca, inicio la grabación y hablo. ...

Salgo corriendo de casa, es medianoche, las calles están casi vacías, sigo corriendo por Diputación, Casanova, Gran Vía, Plaza de Universidad, Tallers hasta llegar a las Ramblas. ... Sin desanimarme vuelvo otra vez Ramblas abajo y le compro toda la mercancía a los paquis que encuentro hasta que no puedo llevar mas en mis brazos. ...

Desde entonces, al salir de la oficina, he vuelto cada día a las Ramblas recorriéndolas de arriba abajo varias veces. ...

Como el procedimiento que he llevado hasta ahora no es eficaz he decidido cambiarlo. ... Es difícil negociar con ellos porque apenas me entienden y ante cualquier cosa que les digo contestan siempre “dos euros uno señor”. ... Les explico de forma simple en que consiste su trabajo: ir cada día a las Ramblas a comprar los juguetes que se ponen debajo de la lengua, llevarlos al local y probarlos. ... Los acompaño hasta el local, les enseño como funciona la cerradura y la puerta arrollable, les dos ochocientos euros y me voy al trabajo.

Vuelvo por la tarde al local y no hay nadie. ...Les paso un pedido de un contenedor de cuarenta pies, es decir cuarenta y un mil seiscientos pitos, lo que me costará veinte mil ochocientos euros. Me hace falta un local más grande, en donde pueda caber al menos un contenedor, que esté cerca del puerto para facilitar el transporte y personal para probar esa cantidad. ... Así y todo son treinta y tres mil ochocientos euros, y en el banco solo me quedan unos cinco mil. ...

En el banco no me quieren dar un préstamo personal de treinta mil euros. ... Hablo con los chinos, les ofrezco una paga y señal de tres mil euros para poner en marcha los dos contenedores. ...

Encuentro un local cerca de la Zona Franca en donde se pueden descargar contenedores. ...

Por la tarde me acerco al local de Diputación y tras ver los resultados negativos del día les comento que en dos meses tendrán que trabajar en otro local y que han de buscar dos personas más. ...

Han pasado ya dos meses. ... Si trabajasen toda la semana, diez horas al día, podrían probar todo el contenedor en diecisiete días en lugar de en treinta, pero ahora ya no vale la pena cambiar nada pues los siguientes pitos no llegarán hasta dentro de tres semanas. ...

Ya hemos comprobado todo el primer contenedor (he encargado el cuarto) sin éxito y vamos por mitad del segundo. ...Los paquistaníes están trabajando doce horas al día, sábados y domingos incluidos, hemos aumentado mucho el rendimiento pues ellos han adquirido una gran habilidad probando pitos. He instalado, cuando estábamos empezando el segundo contenedor, unas cámaras que vía Internet, me permite controlarlos todo el día, de manera que me aseguro que trabajen, que prueben todos los aparatos y que no me engañen.

Hoy no he podido ir ni a mi trabajo ni a la Zona Franca. ...

— Si no hace chimichimi ¿qué hace? ...

— Jefe, nosotros no entendemos nada de lo que dice, venga. ...

Uno de ellos coge un pito, idéntico a las decenas de miles que hay tirados por todas partes, se lo coloca debajo de la lengua y empieza a hablar: ...

— Es el Cola Cao desayuno y merienda. ...

No espero mas y desesperado pruebo con el tercer paqui. ...

Me siento decepcionado ¡tanto esfuerzo, tanto dinero para que salga la canción del Cola Cao! Se positivo me digo a mi mismo, si después de cuatro contenedores he conseguido un resultado, aunque malo, se trata de seguir probando.