Durante años hemos sido aporreadas con imágenes de mujeres demasiado estupendas e irreales, eso lo sabemos todas. Pero realmente las mujeres que nos han llegado al corazón son más divertidas y patosas que glamurosas. El mayor ejemplo es Bridget Jones. Que esta chica treinteañera estaba obsesionada con el peso es algo de dominio común y que guía toda la serie de libros y películas. Y realmente todas las mujeres tenemos ese complejo de señorita Jones. Algunas, como yo, hemos vivido tantas dietas y de tantas formas que ni siquiera me atrevo a contarlas. Todas las empiezas del mismo modo, con una persona diciéndote que con esa dieta jamás, jamás de los jamases engordarás. Y una perra chica pa ti!.
Realmente estar a dieta es un suplicio. Antes de ponerte a dieta veías los dulces y las gominolas con deseo, pero oye, es empezar una dieta y nuestro estómago se convierte en un trol que te hace salivar como a un perro con una salchicha ante el más mínimo síntoma de azúcar a kilómetros de distancia. ¡Sabemos querido estómago que ese paquete de donuts está de muerte pero no nos jorobes más la existencia!
Y mientras adelgazas, ohhh, que sensación más plácida ir a comprarte ropa y llegar a la talla 42, y la pasas, y llegas a la 40 después de unas semanas y entonces, tras unas semanas más... Se abre ante ti un universo hasta entonces desconocido: la talla 38. Y tu haces el símbolo de la victoria y el baile de gorila en el probador, incluso te animas a un desfile de modelos por el pasillo de los probadores ataviada únicamente de tu futuro vaquero y tu sujetador. Realmente no sales en sujetador pa lucir palmito, es que estabas tan concentrada en abrocharte el botón que no te has dado cuenta de que salías del cúbiculo sin camiseta, ¿os ha pasado? a mi cada vez que bajo una talla.
En ese momento de éxtasis orgasmico, acudas a tu nutricionista más feliz que unas castañuelas a decirle "ay te quedas maja". Y entonces te dice "aún no estas en tu peso ideal".¡Y unas castañuelas! Tengo la 38, que si, que me he probado todos los pantalones de la tienda en busca de los que pusiera la menor talla en la etiqueta. Que sí, que he tenido que dejar de respirar para abrocharlos y aún tengo la marca de las costuras tatuadas en color rosa en la piel. Pero tengo la 38.
En ese momento, en el que te ves tan buena que no puedes evitar decirte guapa y macizorra cada vez que te miras en el espejo, abandonas la dieta.
¡Y ese es el gran momento! El verano está cerca, tienes tus fabulosos vaqueros y te sientes la tía más sexy del planeta. Es el momento fantástico para... ¡COMER TODO LO QUE NO TE DEJABAN! Oh adoradores donuts ¿por qué os había abandonado? Gominolas, pipas y cocido de la mama ¡cuanto os he echado de menos! Ese es el mejor momento de la dieta. Si queridas mías, el mejor momento de perder quilos no es perderlos, no es ese par de tallas menos... ES ENGORDARLOS!
Señoras la comida es el mayor placer del mundo. No hay otro mejor, NIN-GU-NO. Y os voy a explicar... ¡Porque es el único que puedes hacer en público! Los otros dos placeres conocidos en el mundo se mantienen, o en teoría deben mantenerse, en la intimidad. El primero es el que todas vuestras mentes pervertidas están pensando, el segundo, dar de comer al señor roca (el water vamos) ¿Estáis conmigo de acuerdo en que no hay mejor placer que comer? Se qué si, no disimuléis porque estéis aún asqueadas imaginándonos la señor roca. La vida es natural y hay que aceptarla.
Comer es un privilegio, hay tantas personas que no pueden hacerlo que despreciar la comida que podemos comer es un sacrilegio a todas las deidades del universo.
Por ello yo disfruto comiendo, no se puede despreciar a los dioses que luego te castigan haciendo que las grandes marcas de ropa reduzcan en centímetros las tallas.
Debemos tener claro cuando parar una dieta. Debemos estar SANAS no ideales. La báscula de la farmacia y su odioso odiasisisimo papelito cruel donde te marca tu peso y justo debajo, como si se tratara de una broma pesada, el supuesto ideal, pueden irse al carajo.
Debes ser sana y feliz. ¿Qué más dan los quilos? mientras tu salud no corra peligró los centímetros no deberían marcar tu vida. Simplemente detesto cuando un dietista mide tu cuerpo para asegurarte lo peligroso del mismo. Mi cuerpo, querido mundo, no es peligroso para mi. Yo soy peligrosa para mi cuerpo, y junto conmigo los estándares establecidos de belleza y supuesta salud. Señoras, no seáis idiotas, si queréis poneros a dieta, id a un nutricionista o a vuestro médico de la seguridad social. Pero no hagáis idioteces como las dietas de los colores, la manzana o las de las azafatas de Iberia.
No pienso obsesionarme con el peso, no lo he hecho en todos los años que llevo a dieta no lo voy a hacer ahora. Siempre he ido a médicos y siempre lo he dejado cuando he querido. Lo he dejado cuando me veía bien y punto.
Señoras y señores, no estamos más o menos sexys, la realidad es que el peso nos jode más o menos sacando un número u otro. Porque nosotras y nosotros, y esta es la gran verdad , siempre estamos estupendos.