Revista Literatura

El poder del hábito

Publicado el 29 julio 2011 por Migueldeluis

Lo que es costumbre no cansa

Extraterrestres, de verdad que veo extraterrestres. Tienen poderes especiales y gustos que no pueden ser humanos, porque si no, a ver quien se explica que se levanten a las cinco de la mañana para poder ejercitarse. “Es fuerza de voluntad“, ya os oigo replicar. Pero no, que os equivocáis, nada de eso, porque encima se lo pasan bien. O son extraterrestres o dominan un secreto arcano.

La segunda opción parece ligeramente más plausible. Sobre todo si eliminamos el calificativo de arcano que, total, era más para darle un efecto seudo-literario que otra cosa. Y lo de secreto, bueno… tanto como secreto… si hasta hay blogs sobre ello, empezando por el famosísimo Zen Habits.

Se trata del poder del hábito. Una vez algo se ha convertido en costumbre nos parece natural, como comer y dormir; e incluso los mismos instintos naturales pueden llegar a verse afectados — para mal — por nuestras propias costumbres. Y así, en vez de dormirnos a la hora que nos aconseja nuestro propio cuerpo, nos vamos a la cama mucho más tarde y sin que tengamos que pelearnos mucho, sólo porque se nos ha hecho hábito. Creíamos que nos hacíamos libres al rechazar el hábito bueno, pero lo que conseguimos fue adquirir uno malo, y es que es mucho más fácil cambiar un hábito por otro que por la nada.

La motivación empieza la obra, el hábito la culmina

La dificultad es conseguir alcanzar un hábito nuevo. Si intentamos, por ejemplo, salir a correr todos los días, tendremos que luchar seguramente contra “ver la televisión”. El primero de los hábitos ni siquiera existe todavía, en el segundo llevamos años. En la batalla entre hábitos sería como si un niño peleara contra un adulto. La cosa no pinta muy bien. Y de hecho, lo normal es que el viejo y repugnante hábito, suele ganar, aunque nos avergüence reconocerlo.

Es más fácil abandonar un mal hábito hoy que mañana. ~Proverbio Yiddish

La pelea será desigual pero no significa que debamos rendirnos. Al contrario, en los hábitos nos jugamos nuestra más íntima libertad. Tenemos la obligación de luchar como héroes. La motivación nos hace levantarnos del sillón y entonces temblamos de miedo: otra vez a fracasar…

No está vez no, porque…

Vamos a hacer trampas

Sí, bueno, no es muy caballeroso, pero qué se le va a hacer. Lo primero es que el viejo y asqueroso hábito no se dé cuenta de lo que está pasando. Para ello nada mejor que el kaizen. Inicia el nuevo hábito con una conducta muy pequeñita, tanto que parezca ridícula. De eso se trata. ¿Quieres correr? Empieza corriendo 5 ó 1 minuto. Sí, va en serio. Vas al parque y corres un minuto. Luego vuelve a casa y haz lo que quieras (bueno, lo que te dejen hacer tus amos, es decir tus malos hábitos).

Mañana corre un minuto más y…

No, no tardarás meses en cambiar, porque llegará un momento en que salir a correr te dejará de dar miedo. (O tendrás menos resistencias, llámalo como quieras, yo pienso que lo de miedo va muy bien). Y entonces serás libre. No te equivoques. El viejo hábito sigue ahí todavía, escondido, agazapado, incrédulo de haber sido vencido, pero muy cabreado porque lo has burlado. Si bajas la guardia será a ti a quien coja por sorpresa, si te descuidas volverás a estar bajo su esclavitud. Mima este nuevo hábito hasta que se robustezca y no dejes nunca de cuidarlo, si es así te acompañará toda la vida, y se convertirá en tu mejor amigo y serás libre.


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