Kevin Corrado
¿EL POETA, UN FINGIDOR?
VIIRob Gonsalves
LA aparente falsedad, lo fingido que alertaba Pessoa,49 atentamente observado se muestra en verdad como la imagen que amplifica en numerosas ocasiones, milagrosamente, la realidad, o, vertiéndose, como diría Salinas, 50 como exaltación de la misma. Así pues, el vigor y el rigor del lenguaje en poesía sirve para eliminar lo común y reforzar lo genuino. 51Se entiende de esta manera que la apreciación de la realidad en poesía esté inevitablemente relacionada con la dimensión estética, pues la belleza no enmascara la verdad, al contrario, el ser poético alcanza su plenitud en la realidad misma, si armoniosamente revelada. Pero no será esta una realidad sólo apreciable estética y filosóficamente, mas sobre todo nos encontramos ante una realidad viva. El binomio vida-poesía resulta inseparable (e inevitable) para un correcto entendimiento de su relación con la realidad. Debemos entrever al menos el profundo sentido de lo que exponemos, pues, aun teniendo la palabra como idea, habremos de ser conscientes con ella a través del texto poético; así se manifiesta como unidad de sentido y sonido, que como diría Jorge Guillén 52 y, ya como poesía, se ofrece como lo que es y algo más.Cuando decimos que el lenguaje poético se ofrece más allá de lo puramente intelectual (o conceptual), entenderemos que, con la supuesta comprensión del poema, no agotaremos su contenido. Se verá así, como rasgo común a la poesía verdadera: que la realidad vivida se muestra como singular experiencia poética, la cual, para desasirse del yo, muchas veces se vierte como aniquilación y manifestándose como un acercamiento veraz hacia la realidad del ser en el mundo y que, para algunos, ha supuesto en sus indagaciones la poesía una manifestación auténticamente religiosa. 53 Y es que el propósito poético se vierte al margen tantas veces de la «voluntas» personal del poeta, que deja emparentada la dinámica poética con el proceso de formación onírica. Resultarán de esta forma transparentes los mecanismos de comprensión teórica de Bécquer 54 o de Novalis, 55 exponiendo como denominador común a la poesía y el sueño, la apreciación que dice que ambas vierten una realidad esencial y una representación verdadera del alma. 56Podemos observar ahora con un mejor ángulo de visión aquella lucidez de lo poético y lo onírico que proponían aquellos autores, pues veían en la poesía una forma sutil de captación de la objetividad independiente del individuo poético; queremos decir una objetividad que da cuenta de una potencia de
Erik Johansson
conocimiento y percepción particular, pero auténtica del mundo. Y es que lo vertido como experiencia en Poesía es en realidad memoria viva que libera de las ataduras egotistas de la conciencia, pues la palabra poética es el lenguaje del espíritu, o, la palabra en plenitud que, a su vez, se ofrece como instrumento y como entidad para verterse a la realidad del ser.Creo que puede entenderse mejor en este punto la idea de la lírica contemplación por la palabra que halagaba tanto a Gabriel Miró, 57 y a través de la cual se llega a la culminación de la vida; la vida expresada como ciencia y conciencia de lo auténtico.Si pretendemos en la observación del poema una indagación científica, tendremos en cuenta, con Dámaso Alonso, 58 que no existe una matemática (estilística o no) capaz de una observación de todos y cada uno de los resortes que, en principio, se diría evidenciar el fenómeno poético como ciencia de la paradoja. 59 El instrumento esencial es el instinto (la intuición), porque el límite del análisis poético es en realidad un límite matemático 60 quedando impregnado de dicha limitación el mismo análisis del signo poético.Que el significante no va a transmitir sólo conceptos, sino delicadísimos complejos funcionales 61 que se rigen por y para un solo organismo cual es la poesía, nos parece evidente, y que los significados conllevan trazas de tan enorme complejidad nos lleva a la necesidad de distinguir igualmente significados parciales para intentar hacer inteligible de la única forma aceptable el mundo de lo poético, esto es: viviendo en poesía la forma poética y su no menos acendrada complejidad.No es pues, nueva, la aceptación de la complejidad del signo poético, ni tampoco la señalización necesaria de la insuficiencia del concepto sausseriano de signo para la poesía, ni tampoco nuevo el reconocimiento entre la vinculación esencial entre significante y significado en su ámbito particular, por todo lo cual esta disertación quiere ser, sobre todo, caldo de cultivo para el lector atento de poesía, a quien se recomienda mantenerse desconfiado del rigor mecánico propio de un análisis puramente conceptual y mantenerse, sin embargo, atento a la interacción vital y totalizadora del impulso poético.Pretender inquirir significados netos en poesía es ignorar su propia naturaleza. Es necesario atemperar el juicio sobre el concepto como elemento interpretativo y mostrar una reserva razonable para la comprensión del todo, tantas veces irreconocible en el análisis particular de sus elementos.Es por todo esto que, al fin, se nos antoja (y a la vista de todo lo anteriormente reflexionado, no caprichosamente por cierto) que la poesía tiene mucho más que decir como ser genuino y vivo en la distancia que, como cadáver interesadamente propicio en cercanía, para la disección de las convenciones y su análisis, y todo porque nos parece también que significa más en sí misma (la poesía, digo) que, desde luego, en manos de una interpretación manipulada, viciosa e ilusoria.El mundo de los signos es también el mundo de lo plural e impreciso, 62 y donde la poesía vive de su incertidumbre la plenitud de lo que es y acontece. Nos llegamos a plantear en esta coyuntura reflexiva, si la poesía en sí no se ofrece como signo singular, como unidad psíquica y estética mínima que, acaso, en sí misma guarda un significado último y se vierte cual arquetipo esencial que se designa como el ser en la
René Magritte
belleza. 63 Es por esto quizá que lo detectamos originariamente en cualquier ámbito de la expresión artística verdadera, e incluso en cualquier disciplina del saber que exprese creativamente el acerbo de su ciencia y, en fin, en la naturaleza de todo aquello que invita a culminar plenamente en la vida de los hombres.A fe que creo sinceramente que nadie debiera investirse de una dignidad inmerecida porque, así mismo, entiendo que los bienes, las jerarquías, el justo precio, suelen obtenerse cuando menos se los pretende; así, la poesía, ofrece con su enigmático y vívido aliento tangibles, emocionantes y subidos homenajes a quien sabe observar y ser en su seguro azar sin pretensiones. En nuestras modestas pesquisas, por lo tanto, no se ha pretendido sino solazarse entre su amable brisa, pues aconseja tal disposición al alma que sólo sabe del hermoso continente del que parte misteriosamente la vida, y del profundo contenido que encierra el espíritu en su belleza, pues la poesía comprime e imprime tanto y tan mágicamente en su alado éxtasis de ciencia unánime del mundo que excede, sin duda, todo cálculo.
Francisco Acuyo
Notas.-
49 Pessoa, F.: Obras completas, Atica, Lisboa, 1978.50 Mallarmé, S.: ob. cit. nota 31.51 Salinas, P.: ob. cit. 44.52 Guillén, J.: ob. cit.notas 4, 14, 27, 38 y 40.53 Santayana, G.: Interpretaciones de Poesía y Religión, Cátedra, Madrid, 1993.54 Becquer, G. A.: Obras completas, Aguilar, Madrid, 1954.55 Novalis: ob. cit. nota 23.56 Holderlin, F.: Ensayos, Ed. Libros Hiperión, Madrid, 1976.57 Miró, G.: Obras completas, Biblioteca Nueva, Madrid, 1943. 58 Alonso, D.: ob. cit. nota 5.59 Acuyo, F.: en este volumen cap. ?.60 Alonso, D.: ob. cit. notas 5 y 48.61 Ibidem62 Eco, U.: Signo, Labor, Barcelona, 1973.63 Acuyo, F: ob. cit. nota 59.