Revista Diario

El polvo dorado

Publicado el 24 mayo 2012 por Drajomeini @DoctoraJomeini
El polvo dorado
Tal vez, como cuento las cosas que cuento, tengáis la idea equivocada de que carezco total y absolutamente de glamour. Y nada más lejos de la realidad. Como buena representante de mi sexo, siento el poder de abducción cuando paso ante los escaparates de una tienda de maquillaje. Además, últimamente, estoy haciendo un máster en cosmética con mi vecina. Mi vecina es la vecina soñada de toda fémina que se precie. No sólo es una tía genial, divertida y con cabeza, sino que trabaja en el mundo de la belleza femenina y me regala muestras gratis.  El otro día, para mi cena de despedida de la residencia, le pedí que me maquillara: - Pero...¿qué te has puesto? - me pregunta, mirando mi antiojeras como miraría la Reina de Inglaterra al Pozí. - Antiojeras - respondo, con un hilillo de voz - Es que no salgo de casa sin él - Marilyn se sentía desnuda sin su Chanel nº 5. Yo, sin mi antiojeras. Faltaría más.  - ¿Y qué antiojeras usas?  - Ejem...estooo...el de Mercadona - confieso. Glamour, sí, pero sueldo de residente. - ¡Cielos! - dice, llevándose las manos a la cabeza. Luego, rebusca en una bolsita y saca una muestra de antiojeras de Dior - Toma - me dice, como la que pone en vereda a una alumna díscola - ¿Te exfolias alguna vez? ¿Exfoliar? ¿Qué es eso? Recuerdo vagamente que, en la estantería del baño, entre la crema anticelulítica que mi madre me regaló cuando cumplí los 30 (y que debe estar más caducada que yo) y el serum labial que no he usado jamás en mi vida, debe haber algún bote de exfoliante. - Ummm...no...no demasiado - respondo. - Toma - de la bolsita saca una muestra de exfoliante de Dior y me lo da. La bolsita de marras parece el bolso de Mary Poppins.  Cuando ya estoy impecable, a punto para salir, me da también un frasco similar al de los perfumes antiguos. - Y esto, para un día especial: son polvos dorados y perfumados para el cuerpo. Vamos, el colmo del glamour. Quien tiene una vecina así, tiene un tesoro. Reconozco que el frasquito ha estado deambulando unos días por la mesa de mi despacho mientras yo me adaptaba a la etapa de re-adjunta. Hasta que hoy,al mismo tiempo que repasaba unos protocolos de anestesia, lo cogí jugueteando. Apreté varias veces la pera, pero no salió nada. De pronto, me di cuenta de que tenía un taponcito de seguridad. Y dije una de esas frases famosas que anteceden al caos: - A ver si va a ser por esto. Una nube de polvo dorado salió disparada del frasco asesino hacia mi cara, bañándome no sólo a mí, sino mis apuntes, la mesa, el teclado del ordenador, los bolis...Parecía como si a Campanilla le hubiera dado un ataque epiléptico en mi escritorio. - Aaaaaaahhhh - chillo - No veooooo. Susanita llega corriendo y me contempla, asombrada de que su madre haya mutado en burbuja de Freixenet. - Halaaaaaa, mamá, estás toda dorada - los niños siempre dicen la verdad, así que corro a mirarme en el espejo del baño. Y vuelvo a chillar. Parezco el clon de C3PO. Tengo el pelo dorado, la cara dorada. el cuello y los brazos dorados. Y la ropa dorada.  Me he duchado, pero sigo brillando en la oscuridad como si fuera un gusiluz. Definitivamente, mañana voy a ser la anestesista con más glamour del quirófano. 


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