El barco izó las velas y comenzó a volar al tiempo que un avión se estrellaba en el agua.
Revista Talentos
Era una tormenta perfecta. Olas gigantescas arreciaban la embarcación, que se hundía sin remedio. El capitán se aferró al timón con fuerza y, mirando implorante hacia las alturas, formuló un deseo.
El barco izó las velas y comenzó a volar al tiempo que un avión se estrellaba en el agua.
El barco izó las velas y comenzó a volar al tiempo que un avión se estrellaba en el agua.