Revista Literatura

El precio invisible

Publicado el 16 junio 2011 por Migueldeluis

aquí hay gato escondido

Todas las cosas tienen un precio, hasta las muestras gratuitas. Parte del precio es el dinero que pagamos por ellas. A este precio lo llamo precio visible, porque es el que a todos se nos representa con mayor claridad. Y hasta éste se quiere disimular por los comerciantes. Pero hay otros precios: el ecológico, el social y el personal

Al ecológico y social los doy por conocidos. Todo lo que compras tiene un impacto en el medio ambiente. Todo servicio que usas también. En economía se llaman “externalidades negativas” a estos daños colaterales del mercado. Va desde la contaminación a los ruidos y desde la explotación infantil a los accidentes de trabajo. Estas externalidades deben reducirse, por supuesto y el consumidor tiene su grano de responsabilidad en todo esto.

Si compras a quien contamina, contaminas.

un precio personal

Hay también un precio personal a pagar. Éste son las necesidades que crea la nueva adquisición:

almacenaje

A más tengas, más tendrás que guardar en tu casa. Puede parecer extraño pero hay gente que llega a comprar una casa más grande sólo para poder almacenar todas sus compras. Algunos han tenido que afrontar grandes hipotecas, o no han podido afrontarlas

Pero sin llegar a esos extremos hay muchas bibliotecas privadas cuyos estantes están llenos de piedras: libros que nunca se leerán más y que quizás nunca se han leído. Podría decir lo mismo de los DVD y las películas que se bajan de internet con el único propósito de atorar el disco duro para luego comprarse uno mayor

mantenimiento y limpieza

Piensa que no es sólo el trabajo y las molestias. También los productos que tendrás que comprar para mantenerlo. ¿Un ejemplo claro? Nuestros queridos coches, con sus recambios y sus productos especiales de limpieza, que también hay que almacenar

cambio en los hábitos de vida

Cuando hay que andar, andas. Cuando tienes un coche, por seguir con el mismo ejemplo, puedes acabar no andando nunca más. ¿Tienes todo lo necesario en casa? ¿Para qué salir? No digo que dejes tu coche, no puedo hablar así a alguien que puede vivir a mil kilómetros con circunstancias que nunca conoceré, pero sí te digo que te andes con cuidado con todo lo que compras no sea que acabes siendo su esclavo.

mayor dependencia

Creemos que para todo problema hay un producto milagro. ¿No sabemos cocinar? Robot de cocina o, peor, producto preparado. Y no es tan difícil cortar medio bien. Hasta yo lo hago. Y no llevó mucho tiempo, sólo imitar a un cocinero. ¿El coste? Dos puerros y doce cebollas a las que dí buen uso.

¿Engordamos? Pastilla, dieta de moda o máquina de abdominales maravillosa. Supongamos que funcionen. Dependes de ellas. ¿No sería mejor aprender por qué engordamos? ¿No sería mejor aprender a hacer ejercicio? ¿Ah, qué sabes? ¿Te atreves a hacer unas flexiones delante de un entrenador?

Hablando de entrenadores, puedes creer necesitar uno para que esté junto a tí todo el rato, como si fuera tu papá. ¿No sería mejor que desarrollaras tu autodisciplina? ¿Qué cuesta? Sí. ¿Qué crees que no podrás? Yo también lo creía. No te pasa nada, eres normal.

una vida dedicada a poseer

Si crees necesitar las cosas para tus problemas, si de hecho ya te has vuelto dependiente de ellas, tu vida tiene un objetivo: poseer más cosas.

Así es muy fácil manipularte porque necesitas dinero y crédito. Ya no trabajas para vivir, sino para comprar y nunca tendrás bastante.

No todo es malo

Las cosas sin embargo pueden tener efectos positivos. Renovar un electrodoméstico puede ser bueno si el anterior funciona mal. Una manga pastelera ayuda mucha si tienes que hacer croquetas para una familia de ocho. No digo que no compréis nunca, digo que penséis bien todos los precios y no sólo los beneficios.

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