El “primer poder” del estado

EL “PRIMER PODER” DEL ESTADO.

Escrito por: Jorge Morelli

El “primer poder” del Estado no es ya el Congreso. Es el poder Judicial, que se encaramó sobre el Legislativo y el Ejecutivo desde que se desguazara y lotizara a la Corte Suprema para crear organismos constitucionales “autónomos” (OCAs) que graznan alrededor de la mesa del poder.

Se entronizó desde entonces al Tribunal Constitucional a lacabeza del poder sobre los demás poderes, “supremo intérprete” de la Constitución. Solo que la Constitución no dice tal cosa. La condición de “supremo intérprete” se la atribuyó el TC a sí mismo en su Ley Orgánica. Es la reinvención del absolutismo.

Más temprano que tarde, cualquier modesto juez (o el Jurado Nacional de Elecciones), en legítimo ejercicio del control constitucional difuso, declarará inaplicable la inconstitucional Ley Orgánica del Tribunal Constitucional.

No puede haber un poder sobre los demás poderes. Tampoco hay necesidad, como no sea a causa del desorden creado por la multiplicación innecesaria de comensales.

Deliberadamente, quizás, para que el “supremo intérprete” sea necesario. Veamos. No hay sino tres poderes no porque lo dijera Montesquieu, sino porque está en la naturaleza de las cosas. Si se tiene tres poderes, las relaciones entre ellos son tres; pero si se tiene cuatro, son seis; y si son cinco, son diez, y así sucesivamente en progresión geométrica. Eso no hay ya manera racional de regularlo normativamente y no queda otro remedio que designar un árbitro con poderes “supremos”.

En el camino hemos acabado con el equilibrio de poderes para reemplazarlo por una jerarquía de poderes. El poder Judicial se halla a la cabeza, pero en fragmentos, los jueces asumen un poder político indebido y la justicia se vuelve una burla cotidiana. Se instala entonces la dictadura de los jueces.

Pero la causa es la debilidad de la Corte Suprema, a la que se le despojó de la atribución de nombrar a los jueces. Por eso ocurre a cada rato la interferencia del poder Judicial en los fueros del Congreso y del Ejecutivo. Los jueces han terminado por creer realmente que su papel es gobernar.

La solución correcta es restablecer un único sistema de Justicia con la Corte Suprema a la cabeza. Es una paradoja: devolverle el poder a la Corte Suprema es la manera de quitarle el poder a los jueces.