¿Por qué nos cuesta tanto decidir?
Descubrir en cada caso los motivos que nos bloquean a la hora de decidir nos llevaría muchos artículos pero sí podemos dar algunas pistas sobre los procesos psicológicos que nos impiden elegir y que nos paralizan, nos hacen entrar en una especie de bucle donde es imposible avanzar porque nos lleva una y otra vez a las mismas conclusiones. Los más frecuentes y de los que menos conciencia tenemos serían:
- La pérdida de contacto con nuestras emociones: en síntesis, en la medida en que desconocemos o no tomamos en serio nuestros sentimientos, cuando no sabemos expresar nuestros gustos y anhelos, cuando decimos una cosa pero pensamos otra, saboteamos nuestro proceso de toma de decisiones porque, aunque muchas veces es racional, no cabe duda de que el afecto ejerce un rol fundamental.
- La tendencia a evitar conflictos. El refrán “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer” ilustra este obstáculo psicológico. Las personas que lo sufren consideran que las opciones, al ofrecer una posibilidad de cambio, constituyen una amenaza a la comodidad de lo que resulta familiar.
- La carencia de una escala de valores: el desconocimiento de las cosas que son importantes o no, cómo utilizamos nuestro tiempo y energía, cuál es nuestro estilo de vida y con qué clase de personas podemos vivir y trabajar. No conocer nuestros valores es como si no los tuviéramos. Al evitar la elección se fortalece la carencia de valores con lo cual las elecciones se hacen cada vez más difíciles, creándose así un círculo vicioso. Por el contrario, cada vez que tomamos una decisión ordenamos los asuntos de nuestra vida de acuerdo con una determinada escala de valores o prioridades.
Nuestra forma de ser determina nuestra forma de elegir en la vida…
- La falta de confianza en uno mismo: la persona está convencida de que ninguna opción que elija será buena y se queda instalada en la segunda fase, contemplando, no eligiendo.
- La necesidad de agradar obsesivamente a los demás: renunciamos a tomar decisiones por evitar el rechazo y por no llamar la atención, es decir, anulamos nuestra identidad por los demás; Tener una necesidad obsesiva de agradar a los demás afecta enormemente la elección, no se satisfacen los propios gustos; en caso de que una decisión acertada desagrade a otros la persona la desecha o se abstiene de elegir.
- El perfeccionismo y afán de controlarlo todo: se parte de la creencia de que hay decisiones perfectas, lo cual conduce a inhibir toda decisión sino se tiene la certeza de que los resultados serán también perfectos, este mecanismo conduce a la inacción.
- La tendencia a vivir de ilusiones: son los que esperan que una solución mágica aparezca y supere con creces todas las alternativas posibles, solución que nunca aparece, claro está; las ilusiones obligan a vivir en un mundo imaginario y no tienen nada que ver con las ideas creativas que se podrían llevar a la práctica tomando decisiones acertadas.
“Piensa con el corazón, decide con la cabeza”
Y tú, ¿Has decidido ya? www.psicopericial.com