El sistema de partidos, reflejo hasta cierto punto del sistema electoral, se configura sobre la cantidad de partidos que tienen presencia institucional. De esta manera, el sistema de partidos español se puede catalogar de bipartidismo imperfecto. Ello atiende, a que hay dos partidos que destacan, electoralmente hablando, sobre los demás y que se alternan en el gobierno. Esa situación se completa con pequeños grupos que, a veces, son necesarios para alcanzar la mayoría y pueden dotar de cierta estabilidad al gobierno. Duverger, señaló en su día que las reglas proporcionales favorecían el multipartidismo, entonces ¿por qué en España existen dos partidos mayoritarios que despuntan tan exageradamente del resto? Conviene analizar el porqué de esta tendencia. Ya que, la consecuencia de esto es que la voluntad de las personas que depositaron su voto en otros partidos, quedará sistemáticamente fuera del ejecutivo.
En el caso de las elecciones legislativas existen 350 escaños a repartir, entre el número de votos válidamente emitidos. ¿De qué manera sería posible apreciar el grado de desfase entre los votos obtenidos por un partido y el número de escaños que ha recibido? Existe un indicador que podría arrojar bastante luz a esta cuestión; el diferencial entre escaños y votos. Dicho indicador puede construir numéricamente una relación que permita medir dicho desfase. Éste se halla, simplemente restando al porcentaje de escaños que tiene un partido el porcentaje de votos que ha conseguido. En la siguiente gráfica[1] de las elecciones generales del 2008 se aprecia de manera clara.
De esta manera se puede apreciar el desfase existente entre el porcentaje de votos y el porcentaje de escaños obtenido. Se deduce que los dos principales partidos (PP y PSOE) se encuentran sobrerrepresentados, mientras que el partido claramente más dañado, debido a su infrarrepresentación, es Izquierda Unida cuyo diferencial escaños/votos alcanza el -3,36%. Se ve como un partido político que alcanza casi el millón de votos le corresponde la mitad de escaños que al PNV, éste con algo más de trescientos mil. El diferencial total, es decir la suma de los desfases acumulados de todos los partidos que aparecen en la imagen alcanza el 15,10%. Por lo que se puede afirmar que un alto porcentaje de los escaños en la cámara está injustamente distribuido, mermando, de esta manera, el principio de que todos los votos tienen el mismo valor.
Las causas hay que buscarlas en dos factores: el primero son las perversas consecuencias de la provincia como circunscripción electoral. El segundo descansa en el reparto de escaños que hace la ley D´Hont. El hecho de que sea la provincia la circunscripción electoral va a perjudicar a los partidos de ámbito nacional más pequeños. Estos partidos, aún, obteniendo una cifra considerable de votos en algunas circunscripciones puede ser que no logren alcanzar ningún escaño en éstas, por lo que esos votos pierden absolutamente todo su valor. Por el contrario, los partidos regionalistas concentran a sus votantes en pocas circunscripciones, por lo que aunque en el resto de circunscripciones no obtengan ningún escaño, les basta con los obtenidos en las circunscripciones en donde concentran a todo su electorado. Mientras que, los partidos mayoritarios de ámbito nacional no tienen ningún problema con las circunscripciones provinciales. Porque, prácticamente en cualquier circunscripción consiguen, al menos, un diputado. Por lo que los votos de estos partidos que se pueden llegar a quedar sin valor sería un porcentaje nimio.
Esta disfunción se podría mitigar, en parte, con la propuesta de la circunscripción electoral única. Es decir, convirtiendo al Estado en una sola circunscripción. De esta manera, los votos de los partidos pequeños de ámbito nacional que se perderían serían muchos menos, porque pasarían la mayoría a contabilizarse de manera global. Siguiendo con esta propuesta los resultados de los partidos regionalistas no variarían apenas, aunque si perderían poder en la cámara. Ello se debería, que aun contando con los mismos diputados, otros partidos como Izquierda Unida si habrían aumentado su número de escaños.
Por último, los grandes perjudicados con esta medida (no por ello menos justa) serían los grandes partidos de ámbito nacional. Ya que, proporcionalmente ante el mismo número de escaños a repartir, si aumentan los de otros partidos, los suyos tendrían que verse reducidos. En la siguiente imagen[2] se aprecia cual habría sido el reparto de escaños en las elecciones del 2008 si se hubiera optado por la circunscripción única. Incluso, utilizando la ley D´Hont.
La diferencia es considerable. Izquierda Unida habría llegado hasta los 14 diputados, mientras el PSOE bajaría de los 169 a los 161, y el PP de los 153 a los 147. Otro dato reseñable es también la subida de UPyD de un diputado a cuatro. En los partidos regionalistas hay pequeñas variaciones en cuanto a número de diputados, pero en todo caso es poco reseñable, no tanto la pérdida de su poder en la cámara.Sin embargo, lo más destacable es que el diferencial total entre votos y escaños se reduce de un 15,10% a un 3,55% por lo que con algo tan sencillo como lo planteado vuelve al sistema mucho más justo.
En lo concerniente a la ley D´Hont, la distribución que realiza no es puramente proporcional. Sino que, una vez realizada las operaciones matemáticas de reparto, se encarga de asignar los escaños a los valores más altos que se hallan presentes en la tabla, de los cuales la mayoría suele pertenecer a los más votados. Ya que, estas formaciones son las que tendrán mayor número presente de cocientes en la tabla, respecto a otras agrupaciones con menor número de votos. Frente a eso, existen otros sistemas de reparto de escaños que resultan más proporcionales que la ley D´Hont, como puede ser el Cociente Droop o el Sistema de Hare. Si se aplicaran estas fórmulas, el resto de partidos presentes en la tabla, sin representación institucional, llegarían a obtener un diputado. Además, el PP y el PSOE perderían entre 5 y 6 diputados.
Por tanto, considero sobradamente probado, que el sistema electoral español es injusto porque la asignación de escaños es disfuncional. Esto se traduce en que no todos los votos tienen el mismo valor. De este modo, se sobrerrepresenta a las fuerzas políticas estatales mayoritarias, se beneficia (en términos de poder en la cámara) a los partidos regionalistas, y, por último, se infrarrepresenta a las formaciones políticas estatales minoritarias. Sin embargo, también es conocido que la responsabilidad de reforma de la ley electoral recae sobre la correlación de fuerzas presentes en el Parlamento, y que es fruto, precisamente, de esta ley. Motivo por el cual, sería poco probable que de ahí surgiera una reforma de calado.
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[1] http://www.ensilicio.com/2008/03/por-que-nuestro-sistema-electoral-perjudica-a-las-minorias-un-reparto-de-escanos-alternativo-en-2008.html[2] Ídem