El protector

Publicado el 29 agosto 2015 por Gogol
  • By gogol
  • In Extractos fascinantes
  • Posted On 29 agosto, 2015
  • Tags Cuentos,Historias cortas,reflexiones

Cuando pequeño, mi madre me conducía de la mano, me guiaba por todos los caminos. Un día partí a estudiar lejos varios años, y hube de valerme ya solo. Sin embargo, durante aquella separación, Señor, aún pensaba yo en mi madre como un niño; mis cartas la llamaban «mamá», «mamacita», y las suyas me acariciaban, cubrían de besos a su muchachuelo.
Pasó tiempo, otros años pasaron, y la vida tornó a reunirnos. Fue allá en una ciudad del Norte, donde ciertas ambiciones me llevaran en busca de fortuna, y en la cual ella se sentía extranjera entre las gentes y las costumbres.
Entonces, de repente, nos hallamos con que había llegado un camino por el cual debía conducirla yo a ella. Esa mañana trémula y dorada hubo en mi coraz6n una fiesta bella de orgullo: dirigía yo a mi madre ahora; yo la imponía de cuanto era discreto y conveniente hacer, porque, además de no conocer aquella tierra, parecía ignorar la marcha de los tiempos nuevos; yo, el fuerte, la guiaba; y ella, la débil, la remisa, se entregaba a mi saber y mi prudencia.
Un día llega siempre, Señor, en nuestra vida, a partir del cual, como empieza el árbol a dar sombra y abrigo a sus raíces, los hijos comenzamos a cobijar a nuestra madre.
En esa mañana trémula y dorada, siempre hay una fiesta en nuestro coraz6n, bella de orgullo; pero también perdemos el supremo bien de una madre que nos besa, nos cubre y nos protege cuando estamos desarmados. Desde entonces mi viejecita es una criatura que yo conduzco de la mano.
Y ahora no se, madre, que dicha vale más: si aquella cuando tú me amparabas porque yo permanecía el más débil, 0 está en que mi alma pone un brazo alrededor de tus hombros, y te lleva como a una hija.

Eduardo Barrios

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