Revista Talentos
Ella era hermosa como el resplandor de la luna sobre la serenidad del mar. Esa noche, sin decir palabra alguna, tan solo con inquietas miradas, nos propusimos conocernos más. Debo admitir que recorrí con frenesí todos los caminos de su cuerpo, pero, lamentablemente, jamás encontré el puente hacia su corazón.