Logroño ha sido siempre lugar de paso y cruce de caminos. Idóneamente ubicada en el valle del Ebro, ya fue municipio estratégico dentro de la Hispania romana, enclave disputado por los reinos castellanos y afortunadamente sitio de unión y partida de la de la Ruta Jacobea.
Desde las primeras peregrinaciones a Santiago, Logroño ha sido punto de encuentro de caminantes y penitentes. Aquí, se unifica la Ruta Jacobea del Ebro con el Camino Franco-Navarro, convirtiéndose así en localidad de destino dentro de la propia ruta y marcando para siempre la fisonomía de la urbe y el carácter de sus habitantes. Logroño ha sido y es una ciudad hospitalaria atenta a las necesidades materiales y espirituales de los peregrinos y visitantes de antaño y de ahora.
En virtual recompensa a su generosidad, el Camino de Santiago ha hecho de Logroño una ciudad rica en historia y tradiciones, legándole un interesante patrimonio monumental.
A lo largo de la Rúa Vieja, parte integrante del Camino desde el siglo XI, aparecen importantes muestras de arquitectura jacobea como son el albergue de Peregrinos (instalado en una casona del siglo XVIII) o la famosa fuente de los Peregrinos y que hoy día siguen cumpliendo la misma función que hace siglos atrás.
Girando a la derecha por la Rúa Vieja, nos topamos con la Iglesia Imperial de Santa María de Palacio y su impresionante aguja gótica piramidal en forma de corona, que suponía el cimborrio del templo original del siglo XIII. La iglesia ha sufrido innumerables reformas desde su fundación, combinando elementos constructivos de múltiples estilos arquitectónicos.
Otra muestra de la importancia de esta etapa de la ruta jubilar es la Iglesia de Santiago el Real. Un monumental templo, erigido en el siglo XVI, que cuenta con una sola nave de 42 metros de largo, 15 de ancho y 24 de alto. Su fachada ostenta una formidable imagen de Santiago Matamoros y en su interior se venera a la Virgen de la Esperanza, patrona de Logroño.
No se puede pasar por alto una visita a la singular Concatedral de Santa María la Redonda. Se le llamó La Redonda al ser originalmente una modesta iglesia románica de planta octogonal, pero la notoriedad del Camino a su paso por Logroño hizo necesario levantar el grandioso templo que admiramos en la actualidad y que se tardo tres siglos en culminar.
Por la puerta de Carlos V, del siglo XVI, los peregrinos salían de la ciudad tal y como pueden seguir haciéndolo hoy día, ya que es el único portón que subsiste de todas las puertas que caracterizaban la gran muralla que rodeaba la ciudad.
Actualmente, los modernos peregrinos también vienen atraídos por una ruta gastronómica que les lleva de cata y “chiquiteo” entre bodegas y restaurantes.
El chiquiteo permite disfrutar en forma de tapa de los suculentos y variados platos de la tradición culinaria riojana. Con ingredientes de la huerta y la viña se elaboran las afamadas patatas a la riojana, las chuletillas de cordero, cabrito al sarmiento o los pimientos rellenos. Como postre, podemos dar cabida a las peras al vino, los fardelejos de Arnedo (hojaldre con pasta de almendra) o a unos buenos mazapanes de Soto.
De antiguo le viene pues a Logroño su vocación de acogida y su carácter cosmopolita
Como dice la canción popular: “Mi tierra es La Rioja, Logroño es mi pueblo, cruce de caminos, puente sobre el Ebro, cuna de la lengua y camino de encuentro… Y nadie en Logroño se siente extraño“.
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