Revista Literatura

El quebrantahuesos

Publicado el 21 julio 2011 por Agora
El quebrantahuesos

Supone una profunda frustración observar al quebrantahuesos descender tan estilizadamente, agarrar el hueso con sus poderosas garras, batir con vigor las alas para alzarse hasta el cielo, soltar desde allí el hueso para descender de nuevo y comprobar que el hueso intacto ha vuelto a blandear sobre este páramo de esponja amarilla.

Una y otra vez, y si se desplaza en su insistencia un poco hacia la izquierda del cielo, vuelve a caer el hueso sobre el paraje de los juncos crecidos sobre el caucho. Este páramo purpúreo. Y si por cualquier razón ejecutó el ascenso sobre una coordenada septentrional, otra vez el hueso blandear sobre la plana estepa de corcho rosada. Descender de nuevo, en picado o planeando para intacto de nuevo el hueso. Este blando opresor y sordo.

Quizá el quebrantahuesos haya desistido y ya no busque la mella, el filo, la arista, o quizá el quebrantahuesos ya no discierne lo duro, aquí sobre este nausea radiante; si será lo púrpura lo duro, si será lo amarillo lo duro. Parece imposible el despeñamiento, sin roca divergente, sin peña puntiaguda y sobre tanta carencia de canto y exceso de ángulo arrebatado.

Esta angustia de entraña incrustada, es contemplar al quebrantahuesos en su afán, sin saber si se pregunta: ¿qué será lo blando? En este espasmo de incongruencia de páramo purpúreo, de esponja amarilla, de landa, de blando, de blando, de caucho violeta al fondo, si será el quebrantahuesos lo duro y él no se lo pregunta. En esta cruel y nauseabunda alianza, de lo romo y lo blando, de no sombra y del no eco. Y, ¿qué pasará con sus huesos cuando el ave tenga que morir?

Mientras tanto ha vuelto ha descender y con sus garras agarró el hueso, desde el cielo, otra vez lo ha vuelto a soltar.

Damián Cordones


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