Revista Talentos

El quijote, versión 5.0

Publicado el 22 octubre 2020 por Aidadelpozo

Sancho Panza miró a su señor quien yacía herido en el suelo, y luego levantó la vista hacia uno de los molinos de Xiandor, que se alzaba majestuoso sobre el terreno rocoso y cuyas aspas rozaban el rojo cielo del planeta Twiliades.
-Solo eran molinos, mi señor. Os lo advertí.
-Ay, mi buen Sancho, que mis ojos apenas ven ya y mi cuerpo está maltrecho y envejecido. Los confundí con los gigantes que guardan estas tierras y, en mi afán de proteger a mi Dulcinea de todo mal, arremetí contra ellos.
-Don Quijote, su señora Dulcinea se marchó con Odar, el guerrero de la ciudad de Melros, hace ya tres iones y seguimos buscándola desde entonces como dos imbéciles. Ha perdido dos miembros con tantas batallas libradas y apenas quedan piezas de repuesto en la jofaina del burrocirraptor. Tampoco tenemos combustible con el que llegar a una posada para que un buen mecánico arregle el desaguisado que se ha hecho esta vez. Y el ojo derecho, el bueno, le cuelga... Es normal que confunda molinos con gigantes, mi señor. El implante ocular que le pusieron en la luna de Cinfor en el izquierdo no era ni mucho menos de última generación, más bien de segunda... Además... Ad...A... Se...señor..., creo que... se... me ha vu...vuelto a... Creeeeooooo... bip, bip...
-¡Sancho! ¡Mi fiel amigo! ¡Oh, cuán mala suerte la mía! ¡Y, para colmo, perdimos el manual de instrucciones y mantenimiento del Sancho 3000! ¿Qué será de mí sin mi buen robot guía? ¡En qué hora decidí ahorrarme unos reales y no contratar el servicio de asistencia técnica cuando lo compré! Y, para más desgracia, con el ojo colgando me hallo. Todo por esta Dulcinea casquivana. ¡Ay, Sancho, amigo, Sancho!

EL QUIJOTE, VERSIÓN 5.0

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