Se preparó durante muchos años para aquel momento. O eso creía él. Minuciosamente estudió las probabilidades de salir con vida ante aquello que se le presentaba, analizó con esmero cada particularidad entre el cielo y la tierra.
Así se embarcó en aquella aventura, aquel momento frenético que lo catapultaría hacia el nuevo mundo, lo desconocido, todo aquello que siempre había soñado. Hay segundos que se transforman en minutos, estos en horas, otros en días, después meses y años, es lo mismo, igual a siempre, en un instante distinto.
Algunos perciben los cambios, otros cambian para percibir. La realidad acerca, hasta donde el sueño lo permite. Caminó por veredas conocidas y extrañas, flotó en aquella masa inerte de colores, se permitió seguir, sin dudar, con aquel sereno andar.
Con perfecta precisión calculó la hora exacta de su transformación, ese brinco hacia un lugar fantástico por supuesto, la mezcla de matices perfectos para desarrollarse a su máxima expresión. Al, parecer olvidó que la vida es una apuesta perdida, ciertamente perdida, pero con la esperanza que el croupier se equivoque.
Pensó en aquel tiempo en donde esperaba por las estrellas, soñó con olores distintos a los cotidianos temores, vemos de lo que creemos, creemos en lo que vemos, el presente es un instante entre lo que fué y lo que será, es solo que dura una eternidad. En ese mito que se llama vida y que los humanos jugamos día a día...si la vives sales muerto y si no por igual.
Así sintió el cañonazo, los fuegos artificiales iluminaron la ciudad, recibió los abrazos y besos de costumbre y entendió que era lo mismo, exactamente igual a un minuto atrás…