Revista Talentos

El referente

Publicado el 27 noviembre 2014 por Pablo Ferreiro @pablinferreiro

 El referente


El referenteDesde “la noche que María se decidió a ser mujer” se publicó, mi vida cambió. Pude dejar de laburar en el boliche de mi viejo, me alquilé un departamento bonito, en San Telmo. Escribí algunas notas en los diarios nacionales citando a Dostoyevski,  Camus , Saki aunque no los había leído jamás completos. Enganché alguna que otra mina, ninguna estable ya que es deber del escritor llevar tal rutina que es imposible de aguantar hasta para aquellas mujeres que dicen que no les gusta la rutina de un tipo que labura 9 horas y llega a la casa para mirar el partido.  Me cagué en cada banda de moda, me cague hasta en los Beatles, hice yoga y comí arroz integral. Dejé de mirar a Racing. Me compré un montón de libros y los tiré por todas partes de la casa para impresionar a los escritores,minas y críticos extranjeros que venían alguna que otra vez a tomar whisky a casa (empece a tomar whisky). Fui a conferencias, me hice experto en  tomar posición ante un catering. Hablé sobre el conflicto, el drama, el conectarse con un personaje.  Fui con saco de lino o sweater a todas partes así hiciera 80 grados de calor. Fui jurado y elegí siempre los cuentos de minas jóvenes que estén buenas y les hice saber que ganaron porque cinche por ellas. Tomé café, mucho café. Me dejé crecer la barba  y el pelo, la barba y el pelo se cayeron sin que yo tome ninguna decisión acerca de emprolijarlo. Apoyé cada toma universitaria que existiera, apoyé a los ambientalistas.Me convertí en uno de esos referentes de todos los temas progresistas, que me hicieran sentir joven, pulcro, insobornable.
Para los más jóvenes voy a contar que “la noche que María se decidió a ser mujer” fue best seller, significó un espaldarazo a la lucha feminista de la década del 60, fue un símbolo. Se reeditó 15 veces, me permitió ser quien no me propuse ser. La cosa fue sencilla, vista desde el lugar donde me encuentro fue también de un oportunismo asqueroso. A mi me importaba tres carajos la lucha de las minas, me importaba un carajo todo, salvo Racing. Todo empezó como una joda con los muchachos mientras jugábamos un truco. Entro una mina al bar y empezamos a joder, esa es torta que esto que lo otro y la mina se terminó yendo. No puedo asegurar que se haya ido por las burlas, tal vez se fue porque no vió nada interesante. Esa mina me quedo en la cabeza, tanto que cuando llegué a casa empecé a escribir, a mano ya que con la olivetti era muy lerdo y tambien porque negarlo, en casa ni siquiera teniamos olivetti. No eramos pobres, no sobraba nada, comida nunca faltaba, es más sobraba como en casi todas las casas de los laburantes aun despues de Perón. En casa eramos todos peronistas, yo despues de la publicación de libro me obligué a dejar de serlo porque asumir el peronismo, más alla de no encajar en el ambiente podía ser peligroso. Decía que la cosa era sencilla, contaba el abierto lesbianismo de María,una chica del siglo pasado, que lucho ante lo que la sociedad le imponía, también luchó contra el rosismo, cosa que excitaba a todo el antiperonismo y quedaba bien con los libros de historia de la primaria.Se lo llevé a un pibe amigo, Medina,  que laburaba en una editorial y lo publicaron. Después me peleé con Medina, una pena porque lo conocía de pibe. Así de fácil fue.
Lo escribí para joder, en tres días lo terminé. Tenía mucha facilidad para escribir, mi composición sobre “mis vacaciones” en sexto grado había sido premiada por el intendente. Nunca me decidí a explotar ese talento por mi viejo. Si, por culpa de mi viejo, acá se pueden regocijar todos los psicoanalistas de los que aprendí a echarle la culpa a alguien. Ojo, al principio de mi análisis intenté no hacerlo, pero vieron como son los psicologos y como es uno con hacerse responsable de sus actos y como es de fácil echarle la culpa a los demás. Mi viejo laburaba en el ferrocarril, con mi tío pusieron una pizzería, mi tío enfermó y su lugar lo tuve que ocupar yo, ma que me iba a dedicar a escribir, demasiado con que había zafado de estudiar ingeniería. Mi propósito no era escribir sino más bien jugar en racing, antes llegar a primera era imposible, eran todos buenos. A mi me decían Palito, por Balay. El que me gustaba era Corbatta, yo quería ser como él pero el estirón de los 15 años me mató. No llegué. La historia oficial dice que yo cursé varias materias en las universidades pero no terminé ninguna, que milité, hasta hay tipos que dicen que me conocieron la noche de los bastones largos. Nada de eso, hasta los 25, cuando publiqué la historia de María yo era un pibe normal. Un muchacho peronista del naciente conurbano bonaerense.
Bueno, después la fama, el éxito, honoris causa de la UBA en letras, convertirse en un referente de las ideas de otros. Un hijo, al cual veo cada tanto. El pibe no me quiere mucho, y como me va a querer si casi ni le dí pelota. Lo tuve de grande, ya cuando las prioridades las tenía en otro lado,en mí, en mi impostura.Cuando lo veo le hablo de mí y le pregunto por la vieja, bah vieja, tiene 20 años menos que yo, un descuido. Y lo dije, Ernesto fue un descuido ni acá dejo de decir pelotudeces  Y bue, ya está si total estoy en terapia intensiva.
El pucho,la puta madre, los médicos dicen que es el pucho. Particulares 30, tres atados. Enfisema pulmonar. Si es por mí, no se asusten, fumen igual, todavía no está comprobado científicamente que el pucho fue el que me lo causó. Tal vez fue el smog. La cosa es que me queda poco, nada. Y por eso es que hago esta confesión de una vida de falsedades, de conocer lugares donde nunca estuve, de ser otro.  No me siento culpable por esto que en realidad no es lo que me empuja a dictar estas lineas a la enfermera. Nadie está acá conmigo, no dejo nada a parientes, no le importo a los medios, los pibes que me leen o me siguen deben de estar de porro en alguna secuencia y está bien. Los que me idolatraron ya están lo demasiado mayores para dedicar su tiempo a mejores cosas como por ejemplo ir al psicoanalista o renegar de la política. Ni siquiera Argentores me bancó una clínica como la gente, y terminé en este hospital de mierda al lado de un pibe que dice que tuvo un accidente con un arma cuando es claro que se quiso afanar un reloj, en el mejor de los casos.
Hay algo por lo que sí me siento culpable y es lo importante, toda la otra confesión es para ver si salgo en los medios y me llora alguno más, en el fondo todos buscamos ser amados, tambien yo. Lo importante que vengo amagando a contar es que me siento mal por no haber escrito nada más, me siento culpable por todos los personajes que dejé a medio terminar. Los dejé ahí con sus dramas, no me salió ni matarlos, ni ser heroes, ni ser ejemplos, ni ser tristes. Los dejé ahí con sus problemas. Es por eso que les pido perdón a todos, al Soto que lo dejé con su adicción a la cocaína y con su pibe a cargo, a la puta de Sofía que cobraba poco y encima era linda, al chino que si metía el penal dejaba a los amigos afuera de un torneo, a Clarita y su embarazo preadolescente, a Jean Marie y su perversión sexual, al loco Gimenez que está rodeado de canas y nada más le queda una bala,  en especial a Raquel Fernandez a la que amé desde que terminé el secundario para toda la vida y pensaba decírselo con un cuento en el que yo agonizaba y ella me acompañaba. Les pido perdón a todos por condenarlos a una eternidad de inmovilidad y de tortura por mi incapacidad de terminar sus historias. No me animé al fracaso de la segunda publicación, estaba cómodo. Parece una pelotudez pero es así. Llamá al doctor piba, no puedo respirar.
*Escrito por Raquel Fernandez de Medina en base al relato de Fernando Clavero en su lecho de muerte. 

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