Nunca llegaría a tiempo, como siempre tendría que aguantar esas miradas, esos callados reproches. No hay enmienda para mi persona diría yo, seguramente los genes de mis antecesores tienen la culpa, si no, de qué me iba a comportar yo así. Cuando llegue y lleve dos días, según me dé la vuelta con la intención de escapar de nuevo, de ese yugo que me encorseta, volverán a mencionar lo del tatarabuelo y de la situación que dejó en la casa materna. Años de sacrificio y hambre para que no se repitiera el abandono, para llegar yo ahora y repetir lo vivido antaño.
En el camino a casa no he contemplado que el invierno se me echa encima, me quedan muchos kilómetros aún que recorrer y en mi interior recibo la llamada del bosque. Allí veo un refugio donde pasar el invierno y me digo, qué más da, ya llegaré.
Tomada en el Parque Natural de Redes. Asturias