Me contaron una vieja leyenda sobre un lugar mágico que existia allá donde los duendes juegan y observan a los hombres. Aquel rincón se destacaba por su belleza y porque poseia una atracción muy particular para todo aquel que lo descubria.
No, no era facil dar con él, pues aunque estaba a la vista de todos, solo alguno lograba descubrir su misterio y disfrutar de sus encantos, porque como decian los viejos del lugar, lo importante está en el interior.
Una casa alegre y cautivadora era el armazón de aquel misterioso lugar, pero su encanto se centraba en la dueña, una mujer que hacia tiempo habia decidido optar por vivir intensamente, por amar intensamente,por aglutinar los dias y lanzarlos al viento en busca de afanes nuevos que cultivar.
Rodeaba la casa un huerto donde tras el esfuerzo de labrar la tierra, los frutos, poseian un maravilloso don. Aquel que los comia se contagiaba del espiritu de aquella mujer que todo lo que tocaba lo convertia en sabiduria.No, no era como el rey Midas que convertia en oro todo lo que tocaba, ella lo convertia en sabiduria.
La sabiduria es una habilidad que se desarrolla con la aplicación de la inteligencia en la experiencia, obteniendo conclusiones que nos dan un entendimiento y nos ayudan a reflexionar y a discernir la verdad, lo bueno, lo malo.
Por eso se habia corrido de boca en boca que todos los que habian descubierto por casualidad aquel rincón habian notado en su vida un cámbio, una nueva actitud ante ella,como si una fuerza misteriosa se hubiera apoderado de ellos.
Como resultado de estas experiencia, empezaron a llamar aquel lugar" El Refugio"
Incluso se decia que alli el corazón hasta jugaba con el pelo de mas de uno, haciendo reir a carcajadas a la luna.Que las risas y los juegos se escuchaban hasta el amanecer.
Alguna vez el mantel de la mesa era de color azul como los sueños que le transportan a uno al país de las hadas, y los manjares le llevaban en volandas al cielo.
Habia personajes que sonreian picaronamente como saboreando instantes fugazes de eternidad. Lo importante era sonreir,bien a carcajadas o timidamente,tratando de rescatar la felicidad de esos momentos.
En una maravillosa simbiosis se daban cita alli personas, animales y plantas y se respiraba una fuerte unidad de equilibrio natural enriquecedor.
El Refugio se convirtió con el paso del tiempo en leyenda y todavia hoy se recuerda por las gentes del lugar.