Magazine

El regreso de Smorthian (parte X)

Publicado el 23 junio 2010 por Blopas

<< Leer las partes anteriores: IXVIII – VII – VI – V – IV – III – II – I

De repente, y por primera vez, los dioses invocados pisaron las tierras de la comarca en desgracia. Nadie los conocía. Nadie los había visto nunca, y su aspecto era un misterio aun para el mismo Friederick. Emergieron de un altísimo vórtice de agua y polvo que llegó desde el horizonte del Mar de Agar hasta casi detenerse ante al flautista. Eran verdaderos gigantes con forma humana; por toda vestimenta llevaban sendas túnicas blancas que les caían desde los hombros hasta las rodillas, asidas a la cintura con lazos incandescentes.

“Por fin…”, pensó Friederick, “…se han apiadado de su gente y atendieron a las plegarias”. Cierto era que en esa oportunidad no les estaban pidiendo cosas tan sencillas como lluvias generosas y cosechas abundantes. Esa mañana, la gente les exigía sangre de monstruo para regar los campos.

Los dos gigantes cargaban arcos y flechas sobre sus espaldas. Los arcos eran de color púrpura, muy grandes, pesados y tensos, y las flechas le recordaban a Friederick aquellas que alguna vez –de niño– escuchara en los relatos fantásticos de los navegantes que llegaban a la comarca desde el Mar de Agar en busca de mujeres y diversión. Eran flechas de energía sólida, tan veloces y letales como los rayos.

Friederick se incorporó ante los dioses, no sin antes apoyar la flauta sobre un verde manchón de hierba. Sentía que les debía tanto respeto como gratitud, ya que la comarca nunca había sufrido ni enfermedades ni guerras, y las cosechas siempre habían sido de buenas a muy buenas. No obstante, su forma humana les brindaba un aspecto demasiado familiar para la gente común. Caer en el exceso de confianza hacia los dioses tal vez trajera consecuencias no muy buenas para una comunidad poco afecta a los asuntos religiosos. Por otra parte, Friederick también pensó que si todo terminaba bien, la gente se acercaría más a sus dioses, y eso sería muy bueno para una comarca que debía ser reconstruida.

Uno de los gigantes tomó a Friederick entre el índice y el pulgar, y lo izó por el aire hasta depositarlo sobre su hombro izquierdo. Por primera vez en su vida el campesino se sintió poderoso. Desde su elevada posición podía ver muy lejos, incluso más allá de las Tierras Lejanas del Sur. Mucho más cerca, aproximadamente a una legua y media, también podía divisar a Smorthian y apreciar la catástrofe en la que estaba sumida la comunidad. El aire estaba realmente seco, lo sentía y lo saboreaba en sus labios ajados. Según lo que podía deducir, el cuerpo de Smorthian debía de absorber constantemente tanta agua de la atmósfera como la que perdía. Lo mismo le sucedía a los troncos podridos que flotaban en el lago al fondo del valle. En su marcha a través de los campos, la bestia había dejado un rastro de lodazales y charcos, además de áreas extensas desecadas por completo. Ansioso, casi desesperado, el campesino se colgó de la oreja del dios, y al grito de “¡Vamos!” esperó que los gigantes pusieran en marcha la erradicación del monstruo.

Leer la parte XI >>

Agregar a DeliciousAgregar a FaceBookAgregar a TechnoratiAgregar a Twitter
¡Comparte esta anécdota!
Filed under: Sucesos Tagged: anecdotas, cuentos, cuentos cortos, ficción, historias, literatura, literature, magia, relatos, Smorthian, writing El regreso de Smorthian (parte X) El regreso de Smorthian (parte X) El regreso de Smorthian (parte X)

Volver a la Portada de Logo Paperblog