*No olviden dejarme un comentario jeje*
El Regreso del Caballero Oscuro
(Segunda Parte de la Trilogía El Medallón del Mago) Autor: Astrid E. MéndezCorrección: Cintia J. CajalCódigo de Registro: 1305015045527Argumento:
Sebastián ha regresado a los brazos de su amada, pero ésta persona, que actúa y ríe como él, no es Sebastián. La magia de Agnes actúa sobre él, y lo domina. Sus sentimientos y emociones no son reales, pero en el fondo su alma ruega por ser liberada. Y solo un corazón puro es capaz de romper los lazos que lo unen a él.El amor es más fuerte que la magia.
—Se ve pálida —comentó él.Begonia cruzó las manos sobre su rezagó. Se encontraba sentada en el pequeño sofá de la antesala mientras miraba sus delgadas manos una y otra vez, como si éstas tuvieran las respuestas a todos sus problemas.—No se ha querido apartar de ahí desde que se despertó —le dijo, mirándolo de reojo.— ¿Cómo?—Necesito que vayas por Elizabeth, ella sabrá que hacer —dijo Begonia, ignorando la pregunta y poniéndose de pie.—Pero… ¿Qué le sucede? — inquirió Christian sosegado.—No lo sé, ha estado así desde que mencione el nombre de Sebastián.Al oír aquel nombre, Christian apretó los dientes.—Llamaré a Elizabeth —dijo Christian y se dirigió a la salida, sin despedirse de Begonia. Era muy común esa clase de comportamiento en él y más aún cuando se enfadaba. El mero hecho de saber que su mejor amiga se había enamorado de Sebastián le hacía hervir la sangre ¿Cómo era posible aquello? ¿O acaso Elisa estaba bajo los efectos de algún hechizo?Se maldijo así mismo por haberla abandonado aquel día en que ella más lo necesitaba. Apretó la mandíbula con irritación y se volvió.Begonia lo vio alejarse y cerrar la puerta con frustración. Ella sabía que él estaba enamorado de su hija, no obstante ella jamás se lo había comentado. Aquello era inmiscuirse en asuntos que no le correspondían. Begonia bajó la mirada y se incorporó, alejándose de la antesala.Elisa se acercó a la pequeña ventana de su habitación, deslizó las cortinas hacia los lados y miró más allá del cristal. Una niña, de alrededor seis años que miraba en su dirección, le sonrió al verla. Elisa aturdida se apartó de la ventana. La niña alzó una ceja y siguió a su padre quien la sujetó de la cintura y se la llevó en brazos.Cuando la esquina de la calle se quedó sin transeúntes, Elisa volvió a observar, parecía una anciana husmeando por la ventana ¿Qué pensaría su madre si la viera así? Formulando las posibles respuestas en su cabeza, se alejó lentamente y echó un mechón de su cabello detrás de la oreja.Elisa llevaba un camisón blanco para dormir y unos jeans desgastados. Su cabello estaba despeinado y tenía ojeras de más de dos días, le urgía ir a un estilista. No podía quedarse así, era demasiado bella para seguir en ese estado. La estaba pasando muy, pero muy mal. Los recuerdos de Sebastián aún seguían dándole dolores de cabeza. Tenía que parar, pero aquello era sólo el comienzo.La joven se encaminó al diminuto espejo de su habitación y la imagen de una muchacha de dieciséis años, delgada y guapa, le devolvió la mirada. Esbozó una sonrisa complaciente y apretó los labios. Se dio media vuelta y se metió al tocador, un baño caliente y una taza de café por la mañana la harían sentir mucho mejor.