El relato de Wenamón

Publicado el 08 enero 2013 por Orientalia @orientweet

Wenamón es una historia escrita por un escritor anónimo durante el reinado de Rameses XI (1099-1069 ANE).

La historia narra el periplo de un hombre que debe fabricar una barca para transportar una imagen del dios Amón. Decide viajar a Biblos para conseguir la mejor madera, pero cuando llega se encuentra muchos contratiempos. Se le exige un pago, algo que normalmente no sucedía gracias al poderío del imperio egipcio. Luego de conseguir su madera, se embarca para regresar a Egipto pero un viento lo lleva a Chipre donde es atacado.

El pergamino se ha conservado hasta este punto. Tras el salto, podéis leer el texto íntegro:

En el año 5, el cuarto mes del verano, el 16, día en que Wenamón, deán de la sala del templo de Amón [Señor de los Tronos] del Doble País, salió para ir a buscar la madera para la gran y augusta barca de AmónnRe, Rey de los dioses, que está sobre [el río de nombre] User-hetAmón.
El día en que llegué a Tanis, a la [residencia de Smen]des y de Tentamón, les entregué las cartas de AmónRe, Rey de los dioses. Ellos las hicieron leer ante ellos y dijeron: Yo actuaré, yo actuaré como AmónRe Rey de los dioses, nuestro [señor] lo ha dicho. Ocupé el tiempo hasta el cuarto mes del verano permaneciendo en Tanis. Luego Smendes y Tentamón me enviaron con el capitán de navío Mengebet y descendí sobre el poderoso mar de Siria el primer día del primer mes de la inundación. Llegué a Dor, una ciudad de los cheker, y Beder, su príncipe, me hizo traer cincuenta panes, una medida de vino y una pierna de buey.
Entonces un hombre de mi barco huyó después de robar un [vaso] de oro de cinco deben, cuatro vasijas de plata de veintedeben y un pequeño saco con once deben de plata. [Total de lo que ha robadol: cinco deben de oro y treinta y uno de plata. Por la mañana me puse en camino y fui allí donde estaba el príncipe. Le dije: “He sido robado en tu puerto; tú eres el príncipe de este país y, por tanto, eres su juez. Busca mi dinero. En verdad este dinero pertenece a AmónRe, el Rey de los dioses, el Señor del Doble País; pertenece a Smendes, pertenece a Herihor, mi señor, y a los otros grandes de Egipto. Te pertenece, pertenece a Uaret, pertenece a Mekmer y pertenece a Chakarbaal, príncipe de Biblos”. Luego él me respondió: “¿Hablas en serio o inventas? Mira, yo no sé nada de este asunto que me has contado. Si el ladrón que ha subido a tu barco y ha robado tu dinero perteneciese a mi país, yo te lo habría restituido de mi tesoro hasta que se hubiera descubierto al ladrón, cualquiera que sea su nombre. Pero, en verdad, el ladrón que te ha robado te pertenece y pertenece a tu barco. Pasa algunos días aquí cerca de mí para que yo le busque”. Entonces yo pasé nueve días aquí atracado en su puerto, luego fui a buscarle y le dije: “Y bien, no has encontrado mi dinero. [Permíteme partir] con el capitán del barco y con aquellos que viajan por mar”. El me respondió: “Cállate… escucha [mis palabras y actúa como] yo te [he dicho]… allí donde tú estés, tú te apoderarás de su… y te apoderarás también… hasta que ellos hayan ido a buscar al ladrón que [te ha robado]… Mira, [tú actuarás de esta manera]” .
[Llegamos a Tiro]. Salí de Tiro al alba [para ir a casa de] Chakarbaal, príncipe de Biblos… En el barco encontré treintadeben de plata y me apoderé de ellos. [Luego dije a las gentes del barco: “[Yo tengo] vuestro dinero y me lo quedaré hasta que vosotros hayáis encontrado [mi dinero] o a aquel que lo ha robado. Yo no os he robado, lo confiscaré [mientras espero]. En cuanto a vosotros…” Entonces ellos huyeron.
Yo disfrutaba de mi triunfo en una tienda al borde del [mar] en el puerto de Biblos; entonces [encontré un escondrijo para la estatua] de AmóndelCamino y coloqué en su interior sus pertenencias. Entonces el [príncipe] de Biblos me envió (un mensajero) para decir: [Aléjate de mi] puerto. Y yo le envié (un mensajero) para decir: [A dónde debo ir?]. Si [encuentras] un barco para transportarme, llévame a Egipto. Pasé veintinueve días en su [puerto, mientras] él no cesaba de enviarme (un mensajero) para decirme: Aléjate de mi puerto.
Mientras él hacía sacrificios a sus dioses, el dios (Amón) se apoderó de un sacerdote entre sus sacerdotes, le hizo entrar en éxtasis, y le dijo: “Trae al dios en alto. Trae al mensajero que está con él. Es Amón quien le ha enviado. Es él quien le ha hecho venir”. Mientras que el extático estaba en éxtasis aquella noche, yo había encontrado un barco con destino a Egipto y en él había cargado todas mis pertenencias. Yo fijaba mis ojos en el crepúsculo diciendo: Tan pronto como (la oscuridad) descienda, cargaré al dios, para que ningún otro ojo lo vea. Entonces el jefe del puerto vino a mí y me dijo: “Orden del príncipe, quédate hasta mañana”. Yo le respondí: “No eres tú aquel que no cesaba de venir cada día diciendo aléjate de mi puerto? No (me) digas (ahora) quédate esta noche para dejar salir el barco que he encontrado y volver de nuevo a decirme vete”. Entonces él se marchó y contó esto al príncipe. El príncipe envió al capitán del barco a decir: Quédate hasta mañana. Orden del príncipe.
Cuando fue de día me envió (a buscar) y me hizo conducir mientras el dios reposaba en la tienda en que se encontraba al borde del mar. Le encontré sentado en su gabinete, la espalda vuelta hacia una ventana mientras que las olas de la gran mar de Siria ondulaban a la altura de la nuca. Le dije: “Que Amón te bendiga!” El me dijo: “Cuánto tiempo ha pasado hasta este día desde que abandonaste la residencia de Amón?”. Yo le contesté:  “Cinco meses hasta hoy”. El me dijo: “Veamos, ¿dices la verdad?, dónde está el documento de Amón que (debería) estar en tus manos?, dónde está la carta del Gran Sacerdote de Amón que (debería) estar en tus manos?”. Y yo le respondí: “Se los he dado a Smendes y Tentamón”. El se indignó mucho y me dijo: “Así, pues, el documento y la carta no están en tus manos. ¿Dónde está el barco de madera de pino que te ha dado Smendes?, dónde está su tripulación siria?. ¿No te ha entregado a este capitán extranjero para que te mate y te arroje al mar?, ¿cerca de quién habríamos buscado entonces al dios, y a ti mismo, cerca de quién te habríamos buscado?”. Así me habló y yo le respondí: “¿No es un barco egipcio? Los que reman para Smendes constituyen una tripulación egipcia; no hay tripulación siria”. El me dijo: ¿No hay aquí en mi puerto veinte barcos que mantienen relaciones con Smendes? Y en Sidón, donde tú vas también, ¿no hay allí igualmente cincuenta navíos que mantienen relaciones con Uarkater y que se dirigen hacia su casa?”. Yo me callé un largo rato, luego él respondió y me dijo: “¿Con qué misión has venido?”. Entonces yo le dije: “He venido por madera para la grande y augusta barca de AmónRe, Rey de los dioses. Tu padre la ha suministrado, tu abuelo la ha suministrado y tú la suministrarás igualmente”. Así habié y él me dijo: “Ellos la han suministrado, es verdad, y si me das algo para que la suministre, yo la suministraré. Ciertamente los míos han ejecutado esta orden, pero el faraón, Vida, Salud, Fuerza, había enviado seis barcos que estaban cargados de bienes de Egipto que se descargaron en sus almacenes. Pero tú, ¿qué me traes a mí?”.
El envió a buscar el registro diario de su padre y lo hizo leer ante mí. Encontramos mil deben de plata de diferentes cosas (que estaban inscritas) en su registro. Me dijo: “Si el soberano de Egipto fuese el amo de mis bienes y yo su vasallo, él no habría enviado plata y oro diciendo ejecuta la orden de Amón. No eran regalos lo que ellos traían a mi padre. En cuanto a mí, yo no soy tu vasallo y no soy el vasallo de aquel que te ha enviado. Cuando yo hablo con voz fuerte en el Líbano, el cielo se abre y los árboles se acuestan aquí, al borde del mar. Dame las velas que has traído para conducir (a Egipto) tus barcos cargados de tus maderas. Dame los cables que has traído [para unir los cedros] que debo cortar y proporcionarte… las velas de tus barcos (serán insuficientes), las cabezas (de proa y de popa) serán muy pesadas, se partirán y perecerás en medio del mar. Mira, Amón ruge en el cielo después de haber dejado a Sutej [dios de la tormenta] desatarse en su momento. Amón ha fundado todos los países, él los ha fundado después de haber fundado el país de Egipto, de donde tú vienes. La perfección ha salido de Egipto hasta alcanzar mi propio país. La sabiduría ha salido de Egipto para alcanzar mi propio país. ¿Qué significan estos locos asuntos que se te hace realizar?. Yo le respondí: “Eso es falso; no son asuntos locos aquellos en los que estoy metido. No existe ningún barco sobre el río que no pertenezca a Amón. De él es el mar, de él es el Líbano del que tú has dicho me pertenece; constituye el dominio de UserhatAmón, la reina de todas las barcas sagradas. En verdad, así ha hablado AmónRe, el Rey de los dioses, a Herihor, mi señor: Envíame, y él me ha hecho salir con este gran dios. Pero mira, tú has hecho esperar a este gran dios veintinueve días mientras él estaba en tu puerto aunque sabías que estaba aquí. ¿No es el mismo que ha estado siempre? Sin embargo tú permaneces allí para regatear el Líbano a Amón, su propietario, y cuando dices los antiguos reyes han hecho traer el oro y la plata, (yo te respondería): Si hubieran tenido a su disposición la salud y la vida, no hubieran enviado las mercancías. Ellos han enviado las mercancías a tus padres en lugar de la vida y la salud. AmónRe, Rey de los dioses, es el señor de la vida y la salud y era también el señor de tus padres; durante toda su existencia ellos han hecho sacrificios a Amón. Tú también eres servidor de Amón . Si dices yo actuaré, yo actuaré para Amón, y si ejecutas su orden, entonces vivirás, tendrás salud, serás grato a todo tu país y a tu pueblo. No codicies la propiedad de AmónRe, Rey de los dioses. En verdad, un león ama sus bienes. Tráeme a tu escriba, para que le envíe a Smendes y a Tentamón, los regentes que Amón ha colocado al norte de su país, y ellos harán que se te traiga todo lo que es necesario. Yo le enviaré hacia ellos diciendo: Que se traiga esto hasta que yo vuelva al sur. Entonces te devolveré todo lo que te debo, todo”. Así le hablé.
El puso mi carta en manos de su mensajero y cargó la quilla (?), la cabeza de delante y la cabeza de detrás y también cuatro maderos, en total siete piezas, y los envió a Egipto. Su mensajero que había ido a Egipto volvió a mí en Siria en el primer mes del invierno. Smendes y Tentamón enviaron: cuatro vasijas y un vaso kkmn de oro; cinco vasijas de plata; diez piezas de tejido de lino real; diez paquetes de buen lino del Alto Egipto; quinientos rollos de papiros; quinientas pieles de buey; quinientas cuerdas; veinte sacos de lentejas, treinta cestos de pescado, y ella [Tentamón] me envió: cinco piezas de tejido de buen lino del Alto Egipto, cinco paquetes de buen lino del Alto Egipto, un saco de lentejas, cinco cestos de pescado.
Entonces el príncipe se alegró y puso a trabajar a trescientos hombres y a trescientos bueyes y colocó vigilantes al frente para derribar los árboles. Se derribaron y pasaron el invierno extendidos en el lugar. En el tercer mes del verano se les arrastró hacia el borde del mar. El príncipe salió y se colocó cerca de ellos. Entonces envió a decirme: Ven. Cuando yo hube avanzado hacia él, la sombra de su parasol cayó sobre mí. Entonces Penamón, un servidor suyo, se colocó entre nosotros y dijo: “La sombra del faraón, Vida, Salud, Fuerza tu señor, ha caído sobre ti”. El príncipe se enfadó con él y dijo: “Déjale”. Yo volví cerca de él. El tomó la palabra y me dijo: “Ves, la misión que mis padres habían ejecutado antes yo la he ejecutado, aunque tú no has hecho por mí lo que tus padres hicieron (por los míos). Mira, el resto de la madera ha llegado y está aquí. Actúa como yo deseo y ven para cargarla. Pero no vengas a contemplar el terror del mar. Si miras el terror del mar, tendrás que contemplar también el mío. En verdad, no te he hecho lo que se hizo a los mensajeros de Jamuaset cuando pasaron diecisiete años en este país; ellos murieron allí donde estaban”. Luego dijo a su servidor: “Tómale y muéstrale su tumba, en la que ellos reposan”. Yo le dije: “No me la enseñes. En cuanto a Jamuaset, estos son hombres que él te había enviado como mensajeros, y él también era un hombre; pero tú no tienes (ante ti) a uno de sus mensajeros y sin embargo dices Ve y mira a tus compañeros. No deberías alegrarte y hacerte hacer una estela e inscribir en ella: Amón-Re, Rey de los dioses, me ha enviado (la estatua) de Amóndelcamino (como) su mensajero, Vida, Salud, Fuerza, y a Unamón como a su embajador humano para buscar la madera destinada a la gran y augusta barca de AmónRe, Rey de los dioses. Yo la he derribado [la madera], yo la he cargado y he prestado mis barcos y mi tripulación y los he dejado alcanzar Egipto para pedir en mi favor a Amón cincuenta años de vida, además de lo que había sido fijado por el destino. Y quizá pueda producirse esto: si alguna vez en el futuro viene del país de Egipto un mensajero que conozca la escritura y lea tu nombre en la estela, entonces recibas agua del occidente, como los dioses que están allí”. Entonces él me dijo: “Lo que me acabas de decir es un buen consejo”, y yo le respondí: “En cuanto a las numerosas cosas que me has dicho, si llego al lugar donde se encuentra el Primer Profeta de Amón, y si él ve (de qué modo tú te has ocupado de tu misión, será tu misión la que te hará recibir algo”.
Me fui al borde del mar, al lugar donde las maderas estaban amontonadas y vi once barcos que llegaban del mar. Pertenecían a los cheker y tenían esta consigna: Aprisionadle y no dejéis ir al país de Egipto a ninguno de sus barcos. Entonces me senté y me puse a llorar. El escriba del príncipe vino hacia mí y me dijo: “¿Qué te pasa?”. Yo le respondí: “¿No ves los pájaros migratorios que por segunda vez van a Egipto?; míralos, ellos parten hacia las aguas frescas. ¿Cuánto tiempo debo permanecer aquí?, ¿no ves a aquellos que vienen para aprisionarme?”. El fue a contárselo al príncipe y el príncipe se puso a llorar a causa de las palabras que se le decían, pues eran tristes. Me envió a su secretario y éste me trajo dos vasijas de vino y un carnero. Me hizo traer a Tanetet, una cantora egipcia que estaba con él, con esta misión: Canta para él, no permitas que su corazón se llene de pesares. Y él me mandó decir: Come, bebe, no permitas que tu corazón se llene de pesares; mañana oirás lo que tengo que decir.
Cuando llegó la mañana, convocó el consejo, se colocó en medio de ellos y dijo a los cheker: ¿Qué habéis venido a hacer aquí?. Ellos le respondieron: Hemos venido en persecución de estos miserables barcos que tú envías a Egipto con nuestros adversarios. Entonces él les dijo: No puedo detener al mensajero de Amón en mi propio país. Dejadme despacharle, luego vosotros le perseguiréis para detenerle.
El me embarcó y me envió desde aquí al puerto de mar. El viento me empujó al país de Alashia [Chipre]. Los de esta ciudad salieron contra mí para matarme, pero yo me abrí camino entre ellos hasta el lugar donde estaba Hateb, la princesa de la ciudad. Yo la encontré cuando ella salía de una de sus casas y entraba en otra. La saludé y dije a las gentes que se hallaban cerca de ella: ¿No hay ninguno entre vosotros que comprenda la lengua egipcia?. Uno de ellos respondió: Yo la comprendo. Entonces le dije: “Di a mi Dama que yo he oído decir desde la ciudad (de Tebas), la ciudad donde se encuentra Amón, que la injusticia se cometía en toda ciudad pero que la justicia se practicaba en la ciudad de Alashia. Sin embargo, la injusticia se comete aquí cada día” Ella me dijo: “¿Qué quieres decir?”. Yo le respondí: “Ahora que está el mar enfurecido y que el viento me ha empujado hacia el país en el cual tú te encuentras, no dejarás que me prendan para matarme, pues soy un mensajero de Amón. Presta atención: A mí se me buscará hasta el final de los tiempos. En cuanto a esta tripulación del príncipe de Biblos que ellos quieren matar, si su señor encuentra a diez de tus tripulantes, ¿no los matará también?. Entonces ella hizo llamar a las gentes, las acusó y me dijo: “Pasa la noche…”.