Por órdenes del Papa-liso de la recién estrenada religión pachamámica,a partir de este 21 de junio, punto de partida del año 5.522 de la era aymara –que en cinco milenios no ha inventado ni una aguja- en los salones y demás habitaciones del Palacio Legislativo rige un nuevo horario, expresado claramente en el cambio del sentido del reloj republicano que por más de cien años emplazado en lo alto del frontis había sido testigo de un sinfín de revoluciones, festejos copleros y otros avatares criollos. Extrañamente, esta vez no se hizo ningún anuncio oficial previo sobre la transformación radical del contador del tiempo. De la noche a la maña, el aparato mecánico apareció con los números en sentido inverso y las manecillas girando a contracorriente. La gente creía que el extraño fenómeno se debía a un descuido de las labores de mantenimiento. Hasta los legisladores oficialistas estaban sorprendidos por el posible error. No había sido ningún acontecimiento azaroso ni obra de fantasmas. Todo había sido fríamente calculado. Que me sigan los buenos.
Al parecer, en una de esas crepusculares tardes en que el profeta, acostumbra seguir el ritual de devorar ají de papalisa (y que solo para él tiene un extraño poder psíquico similar al del peyote, amén de terrenales cualidades amatorias, según confesó, superiores al del Viagra o cualquier otro sucedáneo), sufrió alucinantes revelaciones con el mandato divino de que debía trastocar las agujas del reloj, para “romper la hegemonía del norte”. La idea es cambiar los polos, de tal manera que el sur esté en el norte y viceversa, según acotó a la prensa un portavoz. Ricardo Arjona debe de estar que arde por el evidente plagio de sus ideas de su conocido himno (“Si el norte fuera el sur”) que seguramente Rigoberta Menchú trajo a estas tierras para tararear con su compadre Evo Morales. Ni por las piernas de Cindy Crawford hay que respetar a los yanquis.
Que los Apus, los Achachilas, las piedras parlanchinas y demás espíritus tutelares guarden y protejan a nuestro multifacético profeta, poeta con ribetes de filósofo, faro de la revolución, incansable guerrero del Arcoíris, amoroso protector de la Madre Tierra, humanamente conocido como canciller David Choquehuanca. Oremos.