Hay citas a las que no conviene llegar tarde. A una entrevista de trabajo, por ejemplo. El problema no es hacerse esperar, sino la imagen que proyectas al que te observa. Si quieres mostrarte como una persona seria, que organiza su trabajo con honesto interés, es bueno que llegues a tiempo. Y si andas apurado, incluso si apareces fuera de plazo, deberás dar explicaciones, y con fundamento. Porque puede dar la impresión de que eres un descuidado, que tus verdaderos intereses son otros y que todo es una pantomima. Claro, que aquí tiene la culpa tanto el que espera como el que no aparece. Se ve que no han sincronizado bien los relojes del poder... No se han aclarado a tiempo. Ya sabemos que los acuerdos electorales son complejos, nadie lo duda. Y que hay que hacer encaje de bolillos para que todos estén contentos. Esa es la lógica de los procesos electorales, la maquinaria que siempre está en marcha. El asunto es que esa búsqueda del poder por el poder era una de los elementos que había que erradicar de la vieja democracia representativa. Lo importante eran las necesidades reales de la gente, no los puestos en las listas electorales. Ni siquiera las ideas o los eslóganes iban a estar por encima de esos problemas de los ciudadanos. Y ahora resulta que no sois capaces de unir todas las fuerzas, que no sois capaces de mostrar un proyecto único donde se defiendan los intereses de los trabajadores andaluces. Os habéis vuelto a enredar en la estrategia. No basta con dar cuatro brochazos verdes o rojos. Y menos si se utilizan como excusa para ir cada uno a lo suyo. La apatía del electorado no se elimina llegando tarde ni formando un club a parte. La unidad es una utopía porque ya no es prioritaria. Hay otros intereses, la vieja historia... Además de los programas, os pedimos un diccionario de siglas, para aclararnos con tiempo, no sea que lleguemos tarde a votar o no lleguemos.