Y la Navidad se coló de nuevo por el resquicio de mi ventana. Fue como la luz suave del amanecer que reta a la oscuridad de la habitación donde habito, como el olor salado de las marismas que se entremete, jugando con los sentidos, hasta el fondo del alma. Sé lo que dice la cabeza, y la entiendo, sin tener que hacer un esfuerzo de titanes. Probablemente, nada cambiará de aquí a mañana, ni a pasado. Presagio, con terrible certeza, que el año nuevo no va a llenar de paz los corazones, ni de comidas las despensas vacías. Pero me gusta escuchar hablar al corazón de vez en cuando. Lo necesito porque me hace sentirme viva.No habléis en voz alta, por favor. Shhhhh...Dejadme soñar.Felices fiestas.