En mi interior estaba hueca. Me sentía como una carcasa. No tenía nada dentro, nada por lo que seguir adelante. Hasta las palabras no pronunciadas se me hacían hiel en la garganta, cuanto más las escupidas. Ahora que no me quedaban sueños, pensé que lo que había malvivido debía ser una macabra introducción a algo venidero mejor. Miré al vacío y decidí acabar con todo. Las luces de abajo se iban haciendo más y más grandes...
Publicado en RELATO CORTO