Varios desconchones en las paredes dejaban al descubierto su primitivo color blanco. Ahora estaba pintada de azul acero. Mientras observaba las formas que dibujaban aquellos mordiscos en la pared, parecidos a pinturas de nubes formadas por cal, escribió algunos poemas más. La casa se quejaba con su crujir. El temor parecía haberse apoderado de sus paredes. "Las casas también tienen miedo a morir," pensó, mientras desgranaba su alma.
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