Me escucha atento mientras leo y, sin disimulo alguno, aspira mi perfume. Me gusta sentir que le importo. No es poeta ni escribe versos pero, cuando me mira, siento que escribe en su mirada para mí. Viaja en esa nube que compartimos y sé que, aunque estuviera a mil kilómetros, le notaría tan cerca como ahora está de mi alma. Leo y calla como si, además de mi olor, quisiera retener este instante: mis palabras, los versos que escribió un poeta, tal vez igual de enamorado que él lo está de la brisa que nos envuelve. Leo y yo también le observo...
Publicado en RELATO CORTO