El Rey de las Octavas narra, mezclando realidad y ficción, la vida del violinista cubano Claudio José Domingo Brindis de Salas (1852-1911).
El texto está pensado para preadolescentes. Es una historia relatada con sencillez y salpimentada con detalles que logran trasladarnos a La Habana donde nació y creció el chico que, con los años, llegó a ser el mejor violinista de su tiempo.
“La esperanza musical de Cuba”, como lo llamaba su padre -director de orquesta de baile y su mayor apoyo-, fue un negro libre en una sociedad dominada por blancos donde otros negros, incluso menos oscuros que él, eran esclavos.
Claudio José, si bien no sintió el látigo sobre sus espaldas, creció sufriendo los desaires destinados a los hombres de su raza que no se encontraban ni entre los elegidos ni entre los excluidos de la sociedad, hombres que pertenecían a un colectivo que sufría la envidia de los esclavos y el desprecio de los blancos. Pero como pasa en la vida real, si bien topó con mucho miserable, también recibió el apoyo de aquellos que supieron apreciar su virtuosismo.
Esta biografía novelada despierta en el lector adolescente, por la historia en sí misma y por cómo está narrada, sentimientos de esperanza. Claudio José Domingo Brindis de Salas, que supo desde crío que quería ser músico, luchó por hacer realidad su sueño. Y lo consiguió. Claudio José recibió los aplausos del público exigente de la Scala de Milán, donde lo apellidaron El Paganini negro, alias que lo situaba al lado del afamado violinista italiano Niccolò Paganini.
Pero hay otras dos razones más que hacen que este libro sea especial. Me refiero a la edición y a las ilustraciones.
Las ilustraciones son suaves. Enrique S. Moreiro ha dado prioridad a los tonos ocres y pasteles, tonos que recuerdan las fotografías guardadas con celo en álbumes antiguos devorados por el tiempo.
El Rey de las Octavas es un libro entretenido, didáctico y muy emotivo, que nos revela cuán grande es la fuerza de la vocación.
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