24 de noviembre de 2013
Primero son las
luces, blancas, rojas,
el gesto
triunfal y luego la sombra
donde duelen los
músculos, el golpe
sin maquillaje
que recibió en un ring
más ancho y
viejo que éste. Después
es la comida, la
música, la máscara
colgada como
carne en el gancho
de una cámara de
frío y el agua
de la ducha que
lo ahoga como el caudal
de un dique y mi
cuerpo taciturno,
limpio también
de los cuerpos del día.
Mi cuerpo que a
su lado espera
sin despertarlo,
sin caricias, desgastado
como el suyo, los
nuevos clientes del día.