El Romance con La Luna
Publicado el 20 febrero 2011 por MareaCubiertas, mi Luna y yo, de sombras; entre el humo que nos rodea
y el que nos ha colmado los pulmones.Ella enrieda su pequeñitos dedos en mi pelo
y silenciosa escucha el paso de los minútosque apenas nacidos, empiezan a morir.
En un breve lapso esta noche agonizante de ojos rojos acabara.
Y cómo hacer para que la infinitud del tiempo nos bendiga?No es cierto, no es posible tal cosa,
no existe.Arrima a mi inmovilidad tendida
su curvilínea palidez y en ese preciso instante,
en que confluyen su locura y la mía, desaparezco.
Ya no soy yo, soy el cielo y los mares;
una fuerza física regulada por el magnetismo
de un satélite desnudo.Me fundo, así, en vastedad de mi ser,
el mismo que desde el fondo de mi propio infierno inconciente
emerge lentamente, me brota por los poros
e inunda mi frente,
poco a poco se desarrama sobre ella,
sobre las sábanas y se expande
como un apaísado océano de fálicos instintos
que la mecen ausente de mi conciencia cotidiana.Para ese entonces, todo ha desaparecido,
ya no existe la humanidad, no existe el mundo,
ni el techo, ni la cama, no queda nada,
salvo la humedad agitada,
el latir desbocado de los corazones
y la fricción de los cuerpos.De pronto el estallido del vacíoque había impregnado el espacio
me deja de nuevo recostada, exhausta,sin un pensamiento que brote,
sin la dualidad que me esclavizaflotando entre los perfumes de jazmin y marihuana.La luna me seca la frente
y pregunta si estoy bienEn mi mejor momento, digo yo.