Esa mañana no quería abrirlo; es la herencia de mis abuelos.
El ropero de tres cuerpos, cuyas puertas son de espejos, de madera de cerezo. Imposible no me vea, no me mire.De alguna forma lo hice y no me vi; solo tome la manilla y lo abrí, de par en par sus tres puertas…y te vi; era tu persona y personalidad la que veía en tu ropa.Tu chaleco aquel que te regale…como la mayoría de las ropas que tuviste y que ahora voy tomando una a una.Cada prenda encierra una historia, que no puedo borrar.Como este pantalón que nos acompaño cuando fuimos padres, por primera vez, y en tu rostro vi la alegría, limpia clara que en mi corazón estallaba; esta chaqueta que estuvo en el nacimiento de nuestra última hija…aquella que tu acunaste con delicada pasión, como si fuera un lirio el que en tus brazos estaba.Esta bufanda…cuantas veces la vi reclinarse ante mí; cuando de pena quería morir…cuando la depresión se apoderó de mí.Cuando a mis primeras hijas me quisieron arrebatar; para de alguna forma poder doblegar mi espíritu que cabalgaba como potro libre por las lomas de la vida…ahí veía tu bufanda acercarse a mí; para darme el alimento y así la pena no me consumiera.
Cada prenda tiene una historia, como este terno flamante, casi como el día en que decidimos compartir la vida…aunque a muchos no les gustará; ¡No importaba! Éramos solo tú y yo.Aunque hoy soy sola, yo; la que ha vaciado el ropero…y así asumir que ya no estas.Que como muchas veces me dijiste, tú partirías primero ¡Que ingrato de tu parte, partir primero…así, no se vale!Es injusto es horrible.
He vaciado el ropero…ya lo sé era lo que había que hacer.Me introduzco y me encierro… y ahí, en el encierro…que tiene el aroma de ti, ahí yo puedo, llorar y llorar y decir mil veces ¡Es injusto, así no se vale!