de Alfredo Gómez Cerdá
Reconozco que comencé a leer este libro con cierto escepticismo. Por imposible que parezca no había leído nada de su autor, Alfredo Gómez Cerdá, y tengo que admitir que la campaña publicitaria en torno a la novela me producía mala espina: ¿de verdad la novela era tan buena como se nos pretendía anunciar?
Una gamberrada. Un móvil. Y un blog en internet. Los planes menos pensados pueden acarrear las consecuencias más imprevistas. ¿Cómo es posible que algunos vídeos de internet se difundan tan rápido?Una esecena interesante, una anécdota divertida... Ya está todo inventado. Hay que grabar algo que de verdad llame la atención. Algo arriesgado y peligroso. Tan peligroso que nadie puede saber quién lo ha colgado.Adrián y sus amigos tienen una buena idea. Seguro que su vídeo se convierte en el más visto de internet en menos de 24 horas. Pero ¿nadie se ha parado a pensar en las consecuencias de lo que han hecho?
Afortunadamente, con este libro no pasa lo que en tantos otros, en los que la campaña de promoción es exagerada y consigue que el libro te decepcione por no ser lo que esperabas o lo que se vendía. Esta novela se anunciaba como intrigante y misteriosa, y vaya si lo es. De hecho, la editorial estaba tan segura de que el lector querría conocer el final que puso a disposición del público, y de forma gratuita, el 60% de la novela. Si el lector quería conocer el final, tendría que comprarse el libro. Es una campaña que puede parecer muy arriesgada, y de hecho lo es, pero estoy seguro de que ha resultado efectiva. Yo, por lo menos, sé a buena tinta que me lo hubiera comprado de haberlo empezado a leer de forma digital.
Los personajes son quizás lo que más flojo me ha parecido, pero solo porque me ha costado bastante simpatizar con el protagonista (aunque me da la impresión de que esa es precisamente la intención del autor). Su hermana me ha parecido especialmente insufrible, y las escenas en las que ella daba rienda suelta a su pesadez se me hacían, valga la redundancia, bastante pesadas. Afortunadamente, todos se comportan como deberían y ninguno hace cosas extrañas, por lo que realmente no se puede decir que sean malos.
El ritmo de la novela es endiablado, y me alegra decir que la novela se beneficia del escaso número de páginas, pues no llega a las doscientas. Le suelo tener bastante manía a las novelas con cien o doscientas páginas de relleno que sirven únicamente para engordar, y suelo alegrarme mucho cuando encuentro un libro tan corto como este, en el que prácticamente no hay espacio para las páginas de más.
En cuanto a la historia entera… pues lo siento, pero no voy a revelar nada más de lo que ya dice la sinopsis. Sabéis que mi costumbre es soltar el menor número de spoilers posibles, y más cuando el libro es tan corto. Pero es que, en esta ocasión, estoy seguro de que lo mejor es comenzar a leer sin saber absolutamente nada. Y lo bueno es que ni siquiera os tenéis que arriesgar a comprar el libro para saber si os gusta: recordad que más de la mitad del libro está disponible en internet de forma gratuita.
Si tuviera que quejarme de algo, sería el final. Es bastante abierto (aunque hay algo que da a entender que no lo es tanto como parece), y eso es algo que no me gusta demasiado. Reconozco que me cabreé al acabar de leer el libro, pero cuando lo hube asimilado media hora después me di cuenta de lo mucho que me había gustado a pesar de las últimas páginas.
En definitiva, El rostro de la sombra es una novela que no solo recomiendo sin dudar, sino que me ha gustado especialmente porque te hace pensar, cosa que no se ve mucho en la novela juvenil últimamente.
Historia:
Lo mejor: Su adecuada extensión.Lo peor: El final.