Revista Talentos
La enfermiza obsesión que el sabio Frestón sentía por don Quijote le hizo inventar aventuras apócrifas del caballero manchego. Utilizó el pseudónimo de Cide Hamete Benengeli. El libro, que un tal Saavedra tradujo del árabe, tuvo tanto éxito que las hazañas reales de don Quijote acabaron cayendo en el olvido.