El incesante dolor de tu garganta, el apabullador sonido de tus llantos, tus entrañas se escapan por tu boca, de rodillas, sangrando, carne pegada a la tierra que sostiene, es como si tus huesos fueran raíces en ella, aullidos, gritos, lamentos, y la piedad, ella ha muerto.
Abrazando una roca, cerrando tus ojos, vuelves a tu ingenua niñez, y piensas que nadie te vera, el error, es imperdonable, mortal.
Tú sabes, cuando vendrá, el tiempo, quieres engañarlo, lo ocultas, pero sabes, lo sabes, tus manos están marcadas, y tu lista de pecados está llena. Es hora de vaciarla, hora de quemar tus manos. -- Blog Feed --