Imagino que recordaréis que, hace unos días, anuncié mi intención de retomar un viejo proyecto de escritura en el que podríais también participar eligiendo al final de cada post una opción entre varias de continuar la narración, siendo aquella más votada la que usaré. Bien, pues el momento de dar comienzo a la historia ha llegado. No sé qué saldrá ni lo larga que se hará, ya que ello dependerá en buena medida de la respuesta que reciba de vosotros. Espero pues que os guste para que dure mucho...
Era de noche en la pequeña ciudad de Talbis, en las tierras centrales del reino de Durm. El silencio y la oscuridad dominaban por doquier a excepción de la gran plaza, iluminada tenuemente por las antorchas que pendían de una gruesa columna enclavada en su centro, además de otras situadas en las fachadas de diversas casas. La guardia de la ciudad, formada por hombres fuertes, bien armados y ataviados con recias armaduras, paseaba a intervalos regulares por la zona, vigilando ante la posible presencia de ladrones que, acechando desde las sombras, aguardaban el instante preciso para desposeer de sus riquezas a cualquier incauto que se cruzase en su camino.
Así, como un ladrón, una figura envuelta en una negra capa se movió por el entramado de calles sin ser vista ni oída por nadie hasta llegar a la mencionada plaza. La figura, deteniendo su andar, fijó su atención en una de las casas, por cuyas ventanas todavía podía verse el reflejo de la luz de su interior. Con aparente precaución, se aproximó y a través de un cristal algo sucio pudo observar que se trataba de una taberna cuyo dueño, un hombre orondo y con síntomas evidentes de cansancio, se encontraba limpiando algunas de las mesas que no mucho antes habían estado ocupadas.
Absorto en su tarea, resopló con desgana al escuchar el chirriar de las bisagras de la puerta. Al alzar la mirada, vio a la figura dirigirse hacia uno de los puntos del local sumidos en la penumbra y tomar asiento sin pronunciar una sola palabra. "Maldita sea, espero que al menos deje un buen dinero...", pensó mientras se acercó a ella al tiempo que un profundo escalofrío recorría su cuerpo.
-¿Qué vas a beber? -le preguntó. -Tengo buena cerveza, o vino si lo prefieres...
La figura no contestó y se limitó a señalar con el dedo índice de su mano enguantada hacia uno de los barriles de cerveza que el tabernero tenía apilados junto a la barra del mostrador. Aquel gesto, junto a su sombría apariencia, acrecentó en el tabernero la sensación de miedo e hizo que se moviera todo lo deprisa que sus piernas le permitieron para ir a llenar una jarra y llevársela a continuación.
-Son... son dos monedas... -balbuceó tímidamente mientras dejaba la bebida en el centro de la mesa.
La figura introdujo su mano derecha en un bolsillo y sacó el dinero, dejándolo sobre la superficie de madera. Dinero que el tabernero se guardó rápidamente en uno propio antes de alejarse pasando junto al hasta entonces único cliente presente en el lugar, que había contemplado toda la escena y que, en un alarde nadie sabe si de valor o de estupidez, decidió dejar su asiento para hacer compañía al extraño visitante. Aquel hombre, de mediana edad, aspecto descuidado y con leves signos de embriaguez, se sentó frente a la figura y la observó con detenimiento, tratando de atisbar algún rasgo de su cara pero desistiendo finalmente ante la falta de luz. El tipo no cejaría en su empeño de saber más de esa persona que, por alguna razón, se ocultaba de todos bajo su atuendo y comenzó a hablar, esperando entablar una conversación entre trago y trago...
-No te había visto nunca por aquí. ¿De dónde vienes? Vamos, no seas tímido y cuéntamelo mientras disfrutamos ambos de esta estupenda cerveza...
La figura continuó en silencio y sin apenas moverse salvo para beber un poco. Su acompañante, comprendiendo que no le sacaría nada, se dispuso a volver a su mesa cuando, de pronto, esta lo agarró del brazo y le obligó de nuevo a sentarse. El hombre, asustado por el brusco gesto, hizo ademán de pedir auxilio pero un trozo de papel que dicho personaje dejó frente a él antes de levantarse para acto seguido abandonar la taberna, le frenó llamando su atención. Con gran curiosidad y no menos nervios, lo tomó entre sus temblorosos dedos y se aproximó a una de las antorchas para poder ver mejor lo que en él estaba escrito.
"Has sido elegido. De ti dependen la vida o la muerte, el olvido o la gloria. Si deseas saber más, acude en solitario con este escrito al templo mañana a mediodía. Te estaré esperando.
No hables de esto con nadie. Ni familia ni amigos deben saberlo. Atente a las consecuencias si revelas nuestro encuentro..."
Sorprendido por el contenido de aquella nota, el hombre corrió como pudo hacia el exterior de la taberna con la esperanza de poder ver todavía a quien se la había entregado pero ya era demasiado tarde. Su rastro se había perdido en la oscuridad de la noche y no le quedaría más remedio que regresar a su casa ya que el tabernero, al verlo salir, no tardó en cerrar con llave la puerta de su negocio para que ni él ni nadie más pudieran acceder. A solas y con el amanecer del nuevo día ya próximo, se marchó meditando sobre qué debía hacer al respecto...
Hasta aquí la primera entrega de la historia. Ahora es vuestro turno. Sois vosotros los que tenéis que decidir, en cierta forma, qué sucederá a continuación. Para ello os daré varias opciones y lo único que tenéis que hacer es elegir una. Podéis hacerlo tanto en el propio blog como en cualquiera de los otros medios en los que lo comparto. Al cabo de un tiempo, haré recuento y la opción más votada será la que me dé la base para proseguir con la trama. Estas son las opciones:
Opción A: El hombre sigue al pie de la letra las instrucciones.
Opción B: El hombre decide ignorarlo todo y se deshace del papel, tirándolo.
Opción C: Preocupado, habla con la guardia sobre lo que le ha ocurrido.
Espero que os animéis a participar para que podamos crear, como dije en su momento, una gran historia.