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El segundo libro de Job (I)
Publicado el 13 junio 2009 por DcarrilElifaz el temanita
I
1 “Hay un hombre que ha guardado de mí su alma hasta el día en el que fueron reveladas sus palabras, y sus palabras cayeron duras sobre mí y sobre mis labios crecieron una y otra vez y en brevedad y en lentitud, y en eternidad y expectativa de la muerte me hice ciego con paciencia, y ya no quise ver sino el suelo, y el suelo tomó mis ojos y callé…”
2 “¡Elifaz, Elifaz- decía su mujer-. ¿Eres aún un hombre o debo ver en ti el suelo que ha tomado el corazón? ¿Eres tierra, aunque sea tierra de palabras? ¡No quiero verte si eres tierra! ¡No quiero tomarte si eres suelo! ¡Elifaz, Elifaz! ¿Pueden tus ojos oler mi corazón? ¿Eres tierra aunque sea tierra de palabras? ¡No quiero verte si eres tierra!”
3 “Hay un hombre, hay ese hombre, hay ese único hombre, y yo su sombra, su recuerdo, la labranza duramente acometida en campos cuyo nombre desconozco, y ya no sé nada…no soy yo sino soy suelo, y no soy yo sino suelo, suelo, y palabra sólo que viene desde el suelo y hacia el suelo se dirige…”
4 “¡Elifaz, Elifaz!- decía su mujer-. Tú eres un señuelo, la voz destruida de otra voz que tus oídos escucharon. ¿Qué viste? ¿Qué escuchaste? ¿Quién te perturbó? ¿Te sorprendieron las serpientes de Uz? ¿En ti tomó la oscuridad la luz que le faltaba? ¡Elifaz, Elifaz! Yo te supe hombre y ahora te veo suelo…¿O únicamente contemplo suelo? ¿ Es el suelo quien te nombra en tu presencia y lo que queda de tu corazón?”
5 Así le nombraba su mujer, la mujer de Canaán, Sara y Ruth, Jezabel y la mujer de Lot, la que se sienta sobre los tronos de esta tierra y nombra y mata con el nombre, la que bebe la sangre de los inocentes y da luz a la carne de aquellos que esperan la muerte con paciencia. Así le nombraba el Demonio, mendigo antiguo que ha perdido hasta la pérdida de todos los caminos. Y decía: “Yo aún soy camino, porque soy suelo, o soy porque el suelo me ha tomado, me ha hecho suyo, me ha cargado en sus sacas y llenado en sus jarrones, soy vino del suelo, cebada sin rostro y rostro de cebada…”
6 Y la noche acaeció silenciosa en el campamento de Elifaz. Y se contaron diez estrellas por cada lamento vertido sobre la tierra. Y era la tierra la que se lamentaba, pues no era Elifaz, que no existía, quien lloraba, sino la tierra la que daba la palabra y el don a quien carece de don y de palabra. Y Uz temblaba entre los fuegos dispersos de los campamentos, y temblaba la serpiente, la luz y el pecho de la madre débil esperando el fin del sufrimiento, y la oscuridad que ciega pero también sana y calma y es don como el vino para la frente y para el corazón. Y Uz temblaba y también los rayos débiles de la mañana, y no era Elifaz quien lloraba junto al río, no era quien consumido trazaba círculos de tierra en la tierra, sino el suelo quien lloraba junto al río, quien consumido en Elifaz trazaba círculos de tierra en la tierra, y es que era el propio suelo quien trazaba círculos de tierra en la tierra.
7 Y se hizo la mañana y habló la boca de la tierra de Elifaz.