Es difícil ser el señor del tiempo.
Vaya si lo es.
Acariciar mapas lisos y azules.
Delinear climas que no alcanzan a sentirse.
Porque no es lo mismo veinte grados en Capital que en Ushuaia o Misiones.
Mientras unos sienten apenas una briza que se cuela entre la humedad,
Los del sur apenas si pueden moverse sin sudar y doña Rosa en Misiones
Probablemente amanezca con una mañanita sobre sus hombros.
El señor del tiempo canta decepciones,
Promesas de lo que será,
El corazón cálido u oprimido,
La lluvia molesta y el agua que brota debajo de las baldosas.
El olor de la humedad que aspiran los enamorados
Mientras corren bajo el agua riendo a carcajadas.
El viento que termina por derrumbar al otoño,
O que manda a volar pétalos y alergias en primavera.
El que marea navegantes y pasea soñadores
Que vuelan en globos aerostáticos.
Al menos una vez por semana el señor del tiempo miente.
Baja la humedad y suaviza la tensión que ejerce el sol sobre el asfalto.
Sujeta al viento hasta convertirlo en briza.
Redondea sensaciones térmicas y hectopascales.
Acaricia el fondo azul y guiña un ojo.
Si al fin el pronóstico es sólo una sensación
De cómo podría usted sentirse mañana.
El dice que bien y ambos sonríen.
Patricia Lohin
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