Revista Literatura

El ser, estar y existir

Publicado el 22 abril 2019 por Rogger

Hubiera querido ser un poco, un pedazo, un brazo o una pierna, un gramo de sus corazones, un cabello de sus sienes. Estar tras la puerta de sus sensaciones cuando entraban en trance. En la brisa de sus canciones, en las yemas de sus dedos cuando mezclaban el color o dibujaban la palabra. Hubiera querido estar en la hora cumbre donde los versos, el pincel o las notas nacían entre sollozos. En las habitaciones donde se cuecen las historias, en la mesa donde nacen y mueren sus cartas, donde humean los cafés de sus paraísos, donde emergen los cólicos de sus poemas. Hubiera querido ser sus camisas y zapatos, el vaso de sus baratos rones, sus cigarrillos moribundos en los ceniceros. Hubiera querido estar durante el portento de las sincronías de letras y melodías.
Hubiera querido ser otro, varios otros, muchos otros.
Hubiera, por ejemplo, querido existir después de Chelsea Hotel #2 aunque sin llegar hasta Popular Problems. O después de los treinta y seis quince, el año setenta y cuatro en Carosello de Milán, respirar exhausto y complacido ante la pampa de la libertad tras infinidad de movimientos y ocho memorables canciones.
Hubiera querido ser un bajo para Enrique Delgado, un morochuco para Oscar Avilés. Nadar como Phelps, volar como Jordan, lanzar como Rivera, soñar como Da Vinci. Una pizca de Jackson, de De Sica, de Brando, de Miles Davies, de Paco de Lucía, del Cholo Berrocal y de Arguedas.
Entre optar por el piano de Mozart, Beethoven, Baremoboim o el bandoneón de Piazzolla o Juancho Rois habría terminado siendo el saxo de Paquito. Entre el espíritu de Uña Ramos y el de Waskar Amaru o los trazos de Gaudi y los cielos de Miguel Angel no sé si hubiera renunciado. Entre Vallejo y el territorio de Gabo habría buscado ser también un pedacito de Borges y de Rulfo. Y un trozo de Lavoe y de Blades.
Escribir el huayno Zorro zorro, hasta llorar con su fuga.
Y dos acordes de El Cóndor Pasa.
Y dos líneas Alturas de Machu Picchu.
Y dos minutos con Lucha Reyes.
Hubiera querido ser otro, varios otros, muchos otros. Todo eso y todos ellos.
Pero nada me haría como soy treinta y cinco años después de haberme casado contigo.
Nada me haría sentirme completo.
Nada como ser tu esposo.
Nada como estar contigo.
Nada como existir a tu lado.
Derechos Reservados 2019 de Rogger Alzamora Quijano

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