Cuando imagino que la poesía es un canto de piedad, y cuando la fuerza de ese canto consigue atravesarme, devastar mi razón, siento una completad con lo que me rodea, con eso que está ahí tantas veces sin que nadie se detenga a mirarlo; la hierba que crece entre las aceras, por ejemplo, o los ojos de los niños que venden chicles, o el paso de un rayo de sol que contiene miles de partículas.
Bianni Sandoval Toledo