Revista Talentos
El Silencio
Publicado el 03 agosto 2014 por Rafa CheviraHoy han matado a un niño, han matado a muchos más, pero es el mismo. Es el mío, el tuyo, el nuestro... Y lo han hecho, como lo llevan haciendo siglos, con total impunidad y amparándose en el odio visceral que sus intereses económicos, sus religiones y sus ideologías, tratan de legitimar.
Hay que acabar con el distinto allá donde se encuentre, hay que exterminarlo y borrar toda huella de su existencia y hacerlo, además, de la más lucrativa manera. Contamos para llevar a cabo tan loable e imprescindible empresa, con el beneplácito de Dios y, por supuesto, con dinero. Pero eso no es suficiente garantía para asegurarnos el éxito, necesitamos también una ingente cantidad de borregos dispuestos a creernos, a seguirnos y aplaudirnos, a votarnos (esto no es del todo necesario), a defendernos, a ejecutar el plan, a dar la vida si es preciso y a colaborar económicamente o con su silencio. Esto, que podría parecer lo más difícil de conseguir, también lo tenemos. El mundo es nuestro.
Así lo hicieron y lo siguen haciendo, matando niños, sembrando miedo, arrasando ciudades, fomentando el odio y sepultando sueños. Lo hicieron los españoles en América hace quinientos años, lo hicieron los nazisen Europa el siglo pasado (un siglo, dicho sea de paso, muy beneficioso para los carniceros), lo hicieron al otro lado del telón de acero, los yanquis en Vietnam, en Camboya, en Irak... lo hicieron en África, en Chile y Argentina, lo hizo en España el Funeralísimo, que sembró las cunetas con lo mejor que teníamos y amamantó a muchos de los actuales señoritos. Y ahora es Gaza, ahora son los palestinos el pueblo elegido, son sus niños, los tuyos, los míos. Y seguirán matando porque es lo que hacen los asesinos, matar: con un tiro en la nuca, con bombas inteligentes, con minas anti persona, con inyecciones letales, con misiles de largo alcance, con sogas, con porras o de hambre. Matar, esa es la clave. Necesitan muertos, tantos como sea posible, muertos de todas las razas, sexos y edades, porque cada muerto aumenta su poder y lo hace en la misma proporción que cada guerra su riqueza. Y no piensan parar.
Nosotros, en este momento y a este lado de la vida, no tenemos por qué preocuparnos (o al menos eso creemos), porque las bombas tienen la buena costumbre de caer a miles de kilómetros de aquí. Aquí tenemos series de televisión, parques de atracciones, campeones del mundo, bufones de todos los colores y móviles de última generación. Así que lo más inteligente es que nos estemos calladitos. Callad y disfrutad. El problema, en el caso de que nuestra anestesiada conciencia nos permita verlo, es que nuestro silencio nos convierte en cómplices de la matanza, nuestro silencio será la manta que cubrirá al niño que maten mañana... que será el tuyo, el mío, el nuestro. ©Rafa Chevira http://www.nyopuntocero.es/index.php/la-voz-de-la-calle/877-el-silencio