Lo he vivido y lo sufro a través de personas muy cercanas a mí, familiares directos y amigos. Yo lo llamo el síndrome del "perro del hortelano", el que padecen determinados individuos tras una ruptura sentimental. La sintomatología de esta enfermedad es la siguiente: signos físicos evidentes, como son la mala baba, la propensión a las indirectas y a las directas que, en la fase más aguda de la enfermedad cambian el careto de los enfermos, hasta tal punto que sus sonrisas llegan a ser amargas, con ligero regusto a hiel. La necesidad patológica de saber de la otra persona, de verla infeliz, humillada y/o hundida, aunque el enfermo tenga nueva relación sentimental y el trastorno obsesivo compulsivo hacia su expareja, agudizan la propensión del individuo a ver fantasmas, enemigos y situaciones irreales o que, aun pudiéndolo ser, evitan que el propio enfermo alcance la felicidad y el amor.
Lo más grave del síndrome del perro del hortelano es que no tiene cura y va deteriorando al que lo padece, hasta que su cabeza solo se centra en herir a su expareja. Yo, por tanto, comparo esta fase de la enfermedad, con la de ese burro con orejeras que no ve más allá de lo que se halla enfrente y, por desgracia, es la expareja sufridora.
En la actualidad estoy viviendo de cerca dos casos de personas que están padeciendo a sus ex, que tienen el síndrome. Uno es un familiar a quien su expareja ha llegado a herir de todos los modos posibles, a sabiendas de que también los hijos de ambos sufrían y eran heridos. Esta mujer ya tiene pareja estable y, a pesar de ello, al padecer el síndrome en un grado avanzado, sigue porculeando y mi familiar está hasta los mismísimos de su hortelanismo. El otro es un amigo, al que también se le priva de los hijos, se le humilla y se le da por saco.
En lo personal, por lo que he vivido directamente en mis carnes, aconsejo a quienes tienen una expareja con síndrome del perro del hortelano, que se armen de paciencia y pasen olímpicamente. El pasotismo emocional es la única cura posible, no para los enfermos, sino para los que padecemos las consecuencias de su dolencia. "Pasando, que es gerundio", es un fármaco en fase experimental, pero que está dando estupendos resultados en conejillos de indias, como fue mi caso.
Además de este fármaco, está el Queledén 1000, para este y otras enfermedades más comunes y el Medalomismín 750, ambos en comprimidos masticables, de agradable sabor a piña colada y vermú, respectivamente.
Recientes estudios clínicos han demostrado que los tres medicamentos administrados durante uno o dos meses, nos acorazan de tal modo, que el enfermo acaba por dejarnos en paz y se dedica a amar o a joder a su pareja, pero eso ya ni nos va ni nos viene.
Aprovecho aquí, porque viene al pelo como colofón a esta entrada, a recrear qué le podría decir la expareja de un enfermo de perrohortelanismo, si este le preguntara qué iba a hacer cuando ya ningún poder de amargar la vida ejerciera tiene sobre su ex...
Lo hago con la mítica escena final de "Lo que el viento se llevó", pero quedaros solo con lo que dice Red, puesto que él ya ha tomado la medicación adecuada...