El sueño de los injustos

Publicado el 21 noviembre 2013 por Sara M. Bernard @saramber

by José Granizo, extranjero antes conocido como fotógrafo


El canal donde leí la información se me ha olvidado por completo; creo que fue en un blog de consejos sobre (auto)edición. Uno de los puntos para neo-escritores más solos que la una es que no transcurriera demasiado tiempo entre una obra y la siguiente, en su publicación en la selva amazónica. De esta manera, los lectores potenciales no huirían hacia el siguiente viral de gatitos.
Hice caso (a medias) no por seguir esa tontada de consejo, sino porque la historia en marcha necesitaba un retoque. De ocho meses, llevaba casi cinco estancada. Ya no era útil la temática de la total alienación del ser humano en la era de ordenadores, por la crisis económica dentro de un sistema capitalista (a falta de una gran guerra como en otras generaciones). Bastante empacho con LVdH, aunque fuera una crónica periodística y no una historia.
Con esa parte fuera, era inevitable un giro hacia su tendencia natural, más Poe, más Stephen King (¡más Proust! ¡más académico! cof cof) más la cabra tira al monte. Y con esas, hasta me atreví a dar un adelanto y una fecha. ¡Venga, la casa por la ventana! ¡¡Pim pum plof!!
Y luego, me cagué encima.
Porque habéis sido sorprendentes, people, ya os lo he dicho en privado a quien corresponde. Interesados estéticos y literarios que han estado desde el principio del experimento. Y simples cotillas que se dejaron arrastrar después por esto, que no me engañáis, gentuza. Hasta algún que otro loco que se lo ha tomado más en serio que yo misma (¿pero la editorial X y la editorial Y también te rechazaron el manuscrito? No, qué dices flipado, ni siquiera se me pasó la idea de enviarlo a X ni a Y...)
Entre unos y otros y otras, todos en conjunto, habéis creado la ilusión óptica de que tantas quejas son por vicio, porque me gusta quejarme, y no por una dificultad tan real de publicar libros, con la sobreproducción editora actual. Pues vale.
Pero un poco sí se me erizó el cogote. ¿El interés cotilla superará una segunda vuelta? ¿Y si no? ¿Eh, eh? ¿Y qué coño me importa si ni hay editorial, eh, eh? Y así, un pequeño atasco mental.
Por si fuera poco, en el retoque planté una fecha futura (con año indefenido) y cuando ha llegado más o menos esa fecha se ha presentado algún desbarajuste catastrófico del estilo a las páginas que seguían. Al final voy a pillarle miedo a esto de escribir...
 Digestiones pesadas y noches difusas ha costado llegar a noviembre; y además, contarlo, de tal manera que nadie se ha enterado de nada -¿tan mal lo he explicado?-. El resumen bruto de la parrafada son dos puntos muy claros. Uno, que aunque me gustara el colegio (y el instituto y la universidad) y sacara buenas notas, el sistema educativo sólo ha sido útil porque me permitía horas de estar escribiendo mis cosas. Y he tenido varios enfrentamientos graves con profesores por este tema, que a la larga resultaron dañinos. Y dos, para redundar en el concepto subconsciente implantado por el sistema de que escribir es malo, muy malo, he encadenado casualidades con la finalización de cada obra. Tras cada punto final, al poco tiempo he perdido a alguien; desde amistades importantes que se mudaban de ciudad y no volvía a saberse de ellos hasta parejas que desaparecían de un día para otro, cuando todo iba bien. Casualidades, sí... pero el inconsciente es muy perro. 
Qué envidia de todos estos para los que escribir supone un mero trámite, un contrato que cumplir, un rellenar de páginas y editar al peso, sin ningún otro coste. Comodones, que sois unos comodones.
Una vez que todo lo anterior ha dejado de importarme, que me da igual si llega o no llega lo que sea, es cuando he podido salir del limbo del sueño y retomar la historia.

Por cierto, al editor aquel que hablaba de 6 meses mínimo para terminar y que no entendió que me riera en su cara... ¿¡estamos locos o qué!? ¿quieres ver cómo termino 200 páginas en mes y medio? ¿Pero en qué mundo de intelectuales ñoños-pasivos vivís? ¡Tortugas!

Miss Simpatía Fuck You