Revista Literatura

El sueño de una noche de verano

Publicado el 30 abril 2011 por Blancamiosi


Creo que no existe una melodía que sea escuchada con más fervor. Mucha gente olvida que es la obertura de una de las obras emblemáticas de Felix Mendelssohn y la que le dio cualidad de inmortal. Al mismo tiempo, es el ejemplo más temprano de lo que se denominó “Obertura”, es decir, una pieza no escrita deliberadamente para acompañar una representación en un escenario, pero que evoca un tema literario, en este caso  El sueño de una noche de verano, de William Shakespeare. Cuando eso, Mendelssohn contaba treinta y tres años.
También existe otra melodía utilizada en las bodas: Lohengrin de Richard Wagner:

Nunca tuve la oportunidad de escuchar ninguna de las dos en mis bodas. Cuando me casé a los diecisiete, el cura de la iglesia La Virgen del Pilar de San Isidro dijo que era en castigo por haber llegado con unos minutos de retraso a mi boda, bueno, en realidad fueron como veinte. La culpa sin embargo, no fue mía sino de mi padre político, al que se le olvidó el corbatín en casa y tuvimos que regresar. Algo por lo demás frecuente en él. No recuerdo evento en el que no haya participado su consabida preferencia por las tardanzas, desplantes o incidentes colaterales. De manera que mi boda transcurrió en un absoluto silencio, roto solo para decir dos veces «sí» en respuesta a la insistente pregunta del sacerdote. ¿A quién se le ocurriría semejante pregunta? Se supone que si has llegado hasta ese extremo es porque ya lo tienes decidido.   
De ahí en adelante fueron muchas las veces que escuché ambas melodías, siempre en honor a otros. Nunca la pude escuchar con el hombre con quien viví la mayor parte de mi vida, pues no se vale en segundas nupcias. La novia ya no se puede vestir de blanco aunque se llame Blanca y hasta los oídos están castrados. Tonterías de los curas, que a cambio de un permiso papal, cambian de parecer y hacen casi cualquier cosa.  Claro, para eso se deben cumplir ciertos requisitos, entre ellos tener influencia y mucho dinero.
Otro fin de semana más, un día más. Esta entrada va dedicada a los corazones solitarios.

B. Miosi


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