Yo creo que las personas debemos poder decidir cuándo y cómo morir. Obviamente no podemos decidirlo si algo nos mata; pero la vida es de cada cual y podemos renunciar a ella: es una opción. Apoyar a alguien que toma esa decisión o asistirle si lo necesita es otra historia.
Si creo que mi vida pertenece a Dios o si lo pongo al mando de mi camino, no puedo matarme a menos que reciba su permiso -o su indicación-, pero eso es algo de cada persona en su relación con Dios. Acá entre nos, deberíamos reconocer la "propiedad" de cada cual sobre su vida.
De hecho, podemos matarnos. Como a casi todo el mundo, me parece una tragedia que alguien se mate; pero más bien por las condiciones en las que sucede. Que la depresión conduzca tan a menudo al suicidio, que tantos jóvenes se suiciden, que haya personas suicidándose porque se sienten o se saben sin oportunidades frente al sistema económico o judicial, nos habla de lo mal que funcionamos como sociedad. Pero el suicidio en sí mismo puede ser una opción digna.
Silvia Parque