Revista Literatura
"EL SUR" - ADELAIDA GARCÍA MORALES vs. VÍCTOR ERICE
Publicado el 19 enero 2011 por Javierserrano"¿Qué podemos amar que no sea una sombra?". Con esta cita de Hölderlin se iniciaba el relato largo de Adelaida García Morales que luego llevaría al cine Víctor Erice.
El texto, bastante autobiográfico, está contado en primera persona por Adriana, la protagonista. A través del diálogo imaginario e imposible que mantiene con su padre muerto, en la noche previa a la visita a su tumba, somos testigos de los recuerdos que ella guarda de él. Este diálogo, mejor dicho monólogo, está sustituido en la película por una poética voz en off que complementa las imágenes de ese sugerente flash back que es la cinta, y que comienza con el descubrimiento por parte de la protagonista de un péndulo que alguien ha dejado bajo su almohada. Todo esto ocurre mientras la luz que entra en la habitación nos indica que está amaneciendo.
Si bien cambian los nombres y algunos personajes, la historia es prácticamente la misma en ambos casos: la especial relación de amor-incomunicación entre un padre (el actor Omero Antonutti) y su hija (Sonsoles Aranguren, cuando es pequeña, e Icíar Bollaín, cuando es adolescente), y su progresivo distanciamiento sentimental. La acción se desarrolla en algún lugar impreciso y frío del Norte, en una casa algo apartada de la ciudad (denominada La Gaviota, en la película) donde este hombre atormentado vive con su mujer, su hija y una criada. En el relato además hay otro personaje, muy religioso a la vez que un tanto siniestro, Josefa, vestido completamente de negro. El padre y Josefa se odian mutua y silenciosamente.
Es inevitable comparar el filme, tanto por la historia contada como por su tratamiento, con "El espíritu de la colmena", otra obra maestra de Erice. La pequeña Adriana (llamada Estrella en la película) adora a su padre, y eso a pesar de no entender el porqué de su carácter huraño y solitario, ni tampoco por qué se encierra en su cuarto y permanece allí solo. Y sin embargo será él quien le transmitirá la fuerza, ese poder mágico que dicen que tiene y que se acumula en su cuarto siempre cerrado, materializada en forma de péndulo para localizar cosas escondidas. La de Adriana-Estrella es una infancia salpicada de referencias al Sur, a un indeterminado y edénico Sur.
La poesía del texto, su tono intimista, el "silencio perfecto" se transforman en la película en una fotografía cuidadísima, a cargo de José Luis Alcaine, en una interpretación magistral de todo el elenco, en esa música melancólica del maestro Granados...
Descubrimos que el padre tuvo un amor secreto en el pasado, una mujer que todavía recuerda. En el filme se habla de una actriz, Irene Ríos, una de cuyas películas se estrena en el cine de la ciudad y a cuyo pase asiste el padre. Posteriormente habrá un intercambio epistolar entre ambos. En el relato esta relación se refleja a través de las cartas entre el padre y una tal Gloria Valle, alguna de las cuales es interceptada por la madre, una maestra represaliada tras la Guerra Civil.
Según avanza la narración y con ella la infancia de la niña, la relación con su padre se va deteriorando, distanciándose cada vez más ambos personajes. No son sólo ellos: todo en la casa, la casa misma, se va degradando. La niña Estrella se convierte en una adolescente. Este paso está hermosamente mostrado en la película de Erice en forma de elipsis: Estrella-niña se aleja en bicicleta por una carretera entre árboles mientras un perro cachorro la sigue, y regresa por el mismo camino, también en bicicleta, convertida ya en Estrella-joven y ante los ladridos de un vigoroso pastor alemán.
Llegamos a uno de los momentos culminantes de la historia. En la película el padre invita a su hija de quince años a comer en un restaurante de la ciudad. Están solos en un salón, junto a otra pieza donde se está celebrando una ruidosa boda. Hablan, por primera vez, de una manera franca, sobre el origen de su incomunicación, sobre esa mujer desconocida... Llega la hora de regresar a las clases y, pese a la petición de su padre para que no vaya y se quede con él, la muchacha se marcha, dejándolo solo. No puede haber en el mundo un distanciamiento mayor del que en ese instante se produce.
En el relato esta parte transcurre en el jardín de la casa. Interpelado por el origen de su sufrimiento, el padre, envejecido, responde: "... el sufrimiento peor es el que no tiene un motivo determinado. Viene de todas partes y de nada en particular. Es como si no tuviera rostro".
Al día siguiente el padre aparece muerto, se ha pegado un tiro. En el texto, la joven declina la invitación de su madre para ir a Santander. En lugar de ello, le pide que la deje marchar sola a pasar una temporada en Sevilla, junto a la tía Delia. La madre accede y vemos, en la película, cómo Estrella hace su maleta, esperanzada ante lo que le deparará el viaje, ante la posibilidad de conocer por fin el Sur. Fin.
Hasta aquí llega la película (si bien el relato continúa), pues no pudo filmarse nada más. Problemas con la financiación por parte del productor Elías Querejeta hicieron que de los 81 días previstos de rodaje sólo se rodaran 48, quedando la obra truncada. A pesar de considerarla Erice inacabada, "El sur" se presenta en Cannes con gran aceptación por parte del público. El mismo éxito se repetirá en España, lo que hará inviable la posible continuación en forma de segunda parte, si bien Querejeta y Erice se habían comprometido por escrito a completar la película en cuanto fuera posible.
En el relato de García Morales, Adriana, la protagonista, viaja hasta Sevilla, donde tiene oportunidad de conocer el Sur mítico de su infancia, escenario donde transcurrió esa parte oculta de la vida de su padre. Lee las cartas que él recibía. En ellas, Gloria Valle rechaza su ofrecimiento de volverse a encontrar. Adriana busca la dirección en la ciudad (casualmente está al lado de donde vive su tía). Se hace amiga de Miguel, un muchacho de una edad similar a la de ella y que resulta ser el hijo de Gloria Valle. Posteriormente conoce a ese fantasma que es la propia Gloria Valle, que no duda al reconocerla. Miguel ignora quién es su padre, le contaron que murió antes de que él naciera; para él es sólo una sombra más del pasado. Adriana, gracias a las misivas y a su parecido físico, descubre que Miguel es su hermano. En el diario que le ha sustraído a éste lee que en esos encuentros casi mágicos que por casualidad suceden entre ambos a lo largo y ancho de Sevilla se ha enamorado de ella. Adriana prefiere marcharse de la ciudad. "Yo también te amo", escribirá en el diario antes de enviárselo a Miguel. Fin del recuerdo. Fin del relato.
Si la película está bien así, con ese final abierto, o hubiera quedado mejor completando totalmente su rodaje y cerrando la historia es algo que nunca sabremos. Quizá sea cierto lo que escribe García Morales en el texto, puesto en boca de Adriana: "Pensé entonces que siempre era mejor lo que se queda en el espacio de lo posible, lo que no llega a existir". Para Erice está claro: es una película inacabada. Según el guión escrito por él mismo, Estrella habría ido a Sevilla, donde acontece lo anteriormente descrito. En esta ciudad hay un personaje que en el relato no aparece, es el del profesor interpretado por Fernando Fernán Gómez, un hombre represaliado tras un acto de cobardía durante la guerra, que se ha preocupado por educar a ese huérfano de padre que es Miguel, por hacerle soñar con un Sur que se corresponde con un Sur aventurero y literario, ése que aparece en los libros de Stevenson. Estrella le regalará a Miguel el péndulo del padre, transmitiéndole la fuerza y cerrando el círculo. Por su parte, Miguel le obsequiará con un ejemplar de "En los mares del Sur". Estrella lo hojea en el tren de regreso a casa, mientras escuchamos la voz de Fernando Fernán Gómez: "Hay en el mundo unas islas que ejercen sobre los viajeros una irresistible y misteriosa fascinación. Pocos son los hombres que las abandonan después de haberlas conocido; la mayoría dejan que sus cabellos se vuelvan blancos en los mismos lugares donde desembarcaron; hasta el día de su muerte, a la sombra de las palmeras, bajo los vientos alisios, algunos acarician el sueño de un regreso al país natal que jamás cumplirán. Esas islas son las Islas del Sur. Cuentan que en ellas estuvo en tiempos el Paraíso".