Rolando López del Amo
Cubarte
La idea de crear mecanismos intergubernamentales de concertación política se originó en Europa en el siglo XIX después de las guerras napoleónicas (1), cuando las grandes potencias de dicho continente organizaron reuniones para tratar temas diversos como los relacionados con la guerra y la paz, las fronteras internacionales, el uso de los ríos, cuestiones de beligerancia y neutralidad, territorios coloniales en África. Esta concertación de las grandes potencias europeas aceptó a Grecia y a Bélgica como Estados independientes en 1830; le reconoció categoría europea a Turquía en 1856 y a Serbia en 1878.
Las potencias europeas celebraron un congreso en París en 1856, una conferencia en Londres en 1871 y congresos en Berlín en 1878 y 1884-85.
El zar Nicolás II de Rusia promovió una Conferencia Internacional por la Paz en La Haya, en 1899, a la que asistieron los representantes de 25 países, casi solo europeos; y otra en 1907, a la que asistieron representantes de 44 países, entre ellos casi todos los latinoamericanos. En esta última conferencia participaron no solo las grandes potencias, sino también pequeños Estados. Se abogó por institucionalizar esta concertación y se establecieron procedimientos relativos a la presidencia, la creación de comités y el sistema de votación. Se mantuvieron los principios de unanimidad y el respeto a la soberanía para cuestiones fundamentales, pero se aceptó el hacer recomendaciones aprobadas solamente por mayoría. En la Conferencia de 1899 se aprobó una convención para el arreglo pacífico de las disputas internacionales, la cual indicaba crear una Corte de Arbitraje que comenzó a operar en 1902 y comisiones internacionales de encuesta (con carácter ad hoc).
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Se propusieron celebrar una tercera conferencia, que no llegó a producirse debido al estallido de la Primera Guerra Mundial.
Además de estos esfuerzos de carácter político, el siglo XIX vio surgir organizaciones internacionales sobre servicios específicos, tales como la Unión Telegráfica Internacional en 1865, la que ya en 1868 creó un buró de dirección, una secretaría y escogió una sede. En 1874 se estableció la Unión Postal Universal.
Cuando concluyó la Primera Guerra Mundial (1914-1918), y tal como se recomendó en el Tratado de Versalles para la paz y la seguridad, se creó en 1919 la Sociedad de las Naciones, con sede en Ginebra. También, como resultado del Tratado, se creó la Organización Internacional del Trabajo como organismo afiliado a la Sociedad.
La Sociedad de las Naciones
El 18 de Enero de 1919 se reunieron en París los representantes de las potencias vencedoras en la Primera Guerra Mundial: los Estados Unidos, la Gran Bretaña, Francia e Italia. No participaron las naciones derrotadas.
A propuesta del Presidente de los Estados Unidos, W. Wilson, se consideró la creación de una organización internacional para garantizar la paz y la seguridad de todos los Estados: la Sociedad de Naciones. Al firmarse el Tratado de Versalles se le incluyó como anexo el Pacto de la Sociedad de Naciones y, explícitamente, se prohibió el ingreso de la derrotada Alemania a la misma.
Se decidió que la sede de la nueva organización estaría en la ciudad suiza de Ginebra. La Sociedad contaría con una Asamblea General de todos sus miembros y con un consejo de nueve miembros, con cinco grandes potencias como miembros permanentes (Francia, Reino Unido, Italia, Japón y Estados Unidos) y cuatro no permanentes, electos para un período de tres años por la Asamblea General (los primeros fueron Bélgica, España, Grecia y Brasil), y un Secretario General bajo cuyo mandato trabajarían unos 600 funcionarios. El primer Secretario General fue el británico Sir James Eric Drummond (1920-1933), designado ya en el Tratado de Versalles.
El artículo 10 del Pacto de la Sociedad de Naciones estipulaba:
Los miembros de la Sociedad se comprometen a respetar y a mantener contra toda agresión exterior la integridad territorial y la independencia política presente de todos los miembros de la Sociedad. En caso de agresión, de amenaza o de peligro de agresión, el Consejo determinará los medios para asegurar el cumplimiento de esta obligación.
La recién nacida Sociedad recibió un golpe muy duro de parte del Senado de los Estados Unidos —dominado por el Partido Republicano—, que no ratificó el ingreso de los Estados Unidos a la Sociedad que había propuesto el Presidente Wilson, del Partido Demócrata. El golpe de gracia lo recibió Wilson al no alcanzar los suficientes votos para su reelección en 1920. Los Estados Unidos nunca fueron miembros de la Sociedad de Naciones.
La Alemania derrotada en la Primera Guerra Mundial no fue aceptada como miembro de la Sociedad hasta 1926, ocasión en que pasó a ocupar la plaza vacante de los Estados Unidos en el Consejo; y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), hasta 1934, cuando ocupó también un puesto de miembro permanente en el Consejo.
Puede decirse que las contradicciones entre las potencias vencedoras firmantes del Tratado de Versalles minaron el funcionamiento de la Sociedad desde sus orígenes.
La no participación de los Estados Unidos, el tardío ingreso de Alemania que, con el triunfo de Hitler, se retiró de la Sociedad en 1933; la demorada aceptación de la URSS, solo para ser expulsada de la Sociedad en 1939, cinco años después de su ingreso; la retirada del Japón en el mismo año que Alemania y después de haber invadido el territorio chino de Manchuria en 1931 y creado un Estado títere al que denominaron Manchú Kuo o Reino Manchú, encabezado por el derrocado emperador chino Pu Yi; o la retirada de Italia en 1936, son elementos que se mencionan como causas del fracaso de la Sociedad. Lo cierto es que esta no disponía de medios económicos ni militares para lograr el cumplimiento de sus decisiones. Fue incapaz de detener el rearme alemán y la expansión del nazismo, del fascismo italiano y del imperialismo japonés.
Desde su fundación —15 de noviembre de 1920— se considera que la Sociedad tuvo su mejor momento, en cuanto a cierta efectividad, entre 1924 y 1929. Su disolución formal se realizó el 8 de abril de 1946, siendo reemplazada por las Naciones Unidas.
Cuba fue uno de los países firmantes del Tratado de Versalles y fundadora de la Sociedad de Naciones. El cubano Cosme de la Torriente, que actuaba como Representante Permanente de Cuba ante la Sociedad, fue electo Presidente de la Cuarta Asamblea General de dicha organización. Inmediatamente después fue designado como primer Embajador de Cuba en los Estados Unidos y a su gestión se logró que el Senado de los Estados Unidos ratificara en 1925 el Tratado Hay-Quesada de 1903, en que se reconocía la soberanía de Cuba sobre la Isla de Pinos, asunto que había quedado pendiente de acuerdo con lo estipulado en la Enmienda Platt. Le correspondería también a Cosme de la Torriente en 1934, actuando como Ministro de Estado, negociar con el gobierno de los Estados Unidos, en época del Presidente F. D. Roosevelt, el fin de dicha enmienda y un nuevo tratado de reciprocidad.
Orígenes de las Naciones Unidas
El nombre de Naciones Unidas, acuñado por el Presidente de los Estados Unidos, F. D. Roosevelt, se utilizó por primera vez el 1ro. de enero de 1942, en plena Segunda Guerra Mundial, cuando representantes de 26 naciones aprobaron la “Declaración de las Naciones Unidas” en la que se comprometían a seguir luchando contra las potencias del Eje integrado por Alemania, Italia y el Japón.
Antes, el 12 de Junio de 1941, cuando Inglaterra soportaba ya 22 meses de guerra y casi toda Europa estaba invadida y ocupada por las fuerzas nazi-fascistas, se reunieron en el Palacio de Saint James los representantes del Reino Unido y los dominios de Canadá, Australia, Nueva Zelanda y la Unión Sudafricana, más los gobiernos en el exilio, residentes en Londres, de Bélgica, Checoslovaquia, Grecia, Luxemburgo, Holanda, Noruega, Polonia, Yugoslavia y la Francia del General Charles De Gaulle y firmaron una declaración que expresaba:
La única base cierta de una paz duradera radica en la cooperación voluntaria de todos los pueblos libres que, en un mundo sin la amenaza de agresión, puedan disfrutar de seguridad económica y social. Nos proponemos trabajar juntos y con los demás pueblos libres, en la guerra y en la paz, para lograr ese fin.
Dos meses después se reunieron en algún lugar del Océano Atlántico el Presidente Roosevelt y el Primer Ministro británico, Winston Churchill, quienes dieron a conocer una declaración conjunta conocida como Carta del Atlántico en la que hablan de la creación, después de la destrucción total del nazismo, de una organización basada en una ética internacional que garantice la paz y la seguridad y que las naciones renuncien al uso de la fuerza para dirimir los conflictos y que los que empleen la fuerza contra otro sean desarmados. La declaración también se refiere a la cooperación económica para conseguir mejores condiciones de trabajo y seguridad social. Se reafirman principios básicos del derecho internacional como la oposición al expansionismo y el derecho de cada país de escoger su sistema de gobierno.
El 1ro. de enero de 1942, como ya dijimos, los máximos dirigentes de los Estados Unidos y el Reino Unido y los representantes de la URSS y China firmaron la Declaración de las Naciones Unidas, en la que se comprometían con el contenido de la Carta del Atlántico, esforzarse en la guerra contra las potencias del Eje y no firmar la paz por separado. Al día siguiente se añadió la firma de otros 22 países, entre ellos los firmantes de la declaración de Saint James y otros, incluida Cuba. Más tarde se unieron otros 21 estados.
El 30 de octubre de 1943 se reunieron en Moscú los cancilleres de la URSS, el Reino Unido y los Estados Unidos y el embajador chino en la URSS y firmaron una declaración que planteaba la necesidad de establecer una organización internacional basada en el principio de la igualdad soberana de todos los Estados amantes de la paz, a la cual pudieran asociarse tales Estados, grandes y pequeños, para mantener la paz y la seguridad internacionales.
En diciembre de ese mismo año se reunieron en Teherán los máximos dirigentes de los Estados Unidos, el Reino Unido y la URSS (Roosevelt, Churchill y Stalin) y expresaron que concertaban planes para la victoria final sobre el Eje. En su declaración afirmaron:
Reconocemos que el establecimiento de una paz que pueda granjearse la buena voluntad de la abrumadora mayoría de los pueblos del mundo y que acabe con el flagelo de la guerra por muchas generaciones venideras, es la suprema responsabilidad nuestra y de las Naciones Unidas.
En 1944 se convocó en Dumbarton Oaks, Washington, una reunión de los representantes de los Estados Unidos, el Reino Unido, la URSS y China para preparar el proyecto de lo que sería la Organización de las Naciones Unidas. El 7 de octubre de ese año estaba terminado el proyecto, para ser sometido a la consideración de los pueblos y gobiernos de las Naciones Unidas.
En el proyecto se precisaba la creación de una organización internacional que se nombraría Naciones Unidas, que contaría con cuatro órganos principales: una Asamblea General compuesta por todos los miembros; un Consejo de Seguridad de 11 miembros, de ellos 5 permanentes y 6 electos por la Asamblea General por un período de dos años, cuya tarea sería evitar nuevas guerras; una Corte Internacional de Justicia y, finalmente, una Secretaría. También se creaba un Consejo Económico y Social bajo la jurisdicción de la Asamblea General.
La Asamblea discutiría, estudiaría y recomendaría medidas para promover la cooperación internacional. También se ocuparía del tema del desarme. La Asamblea no podría hacer recomendaciones en temas que estuvieran siendo tratados por el Consejo de Seguridad. Los Estados pondrían fuerzas militares a disposición del Consejo de Seguridad, cosa con la que no contó la Sociedad de Naciones.
La forma de votación en el Consejo de Seguridad quedó pendiente y fue decidida en una reunión entre Roosevelt, Churchill y Stalin celebrada en Yalta, en febrero de 1945. Allí se decidió convocar a una reunión en la ciudad de San Francisco, Estados Unidos, para establecer, junto a los aliados, una organización internacional capaz de mantener la paz y la seguridad. La reunión se convocó para el 25 de abril de 1945 con el fin de discutir la Carta de la Organización de acuerdo con lo elaborado en Dumbarton Oaks y en Yalta.
En ella se reunieron las 45 naciones que habían declarado la guerra a Alemania y firmado la Declaración de las Naciones Unidas. Más tarde se incorporó Polonia. Francia propuso, y fue aceptado, que participaran Siria y el Líbano. También fueron invitadas la RSS de Bielorrusia, la RSS de Ucrania, Dinamarca y la Argentina.
850 delegados de esas naciones, más personal auxiliar hasta el número de 3,500 y 2,500 representantes de medios de prensa se dieron cita en San Francisco. El trabajo duró dos meses repartido en cuatro comisiones:
1- Cuestiones generales, principios, membresía, Secretaría, enmiendas a la Carta.
2- Poderes y responsabilidades de la Asamblea General.
3- Consejo de Seguridad.
4- Estatuto de la Corte Internacional de Justicia (el proyecto había sido elaborado por jurisconsultos de 44 países reunidos en Washington en abril de ese año de 1945).
La Conferencia decidió añadir a la Carta un nuevo capítulo sobre los Territorios en Fideicomiso. Se decidió que el sometimiento a los dictados de la Corte Internacional de Justicia fuera voluntario.
El derecho al “veto”, otorgado a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, fue uno de los asuntos más discutidos. Finalmente se aprobó por 30 votos a favor, 15 abstenciones y 2 en contra, que fueron los votos de Cuba y Colombia.
La Carta fue aprobada por los delegados poniéndose de pie, en lugar de la mano alzada, y ovacionándola. El primer país en firmarla fue China, honor que se le concedió por haber sido el primer país atacado por una de las potencias del Eje.
El 24 de octubre de 1945, después de las ratificaciones del caso, las Naciones Unidas comenzaron a funcionar con 51 miembros, entre ellos Cuba.
De las potencias del antiguo Eje, Italia ingresó a la ONU en 1955, el Japón en 1956 y Alemania, entonces dividida en dos Estados, la República Federal Alemana y la República Democrática Alemana, lo hizo en 1973.
NOTAS:
1.Al calor de las guerras de independencia de las naciones hispanoamericanas, Simón Bolívar convocó a un Congreso en el Istmo de Panamá para propiciar la concertación permanente entre las nuevas repúblicas.