Revista Talentos

El talento

Publicado el 23 abril 2015 por Kevinmancojo

Ayer empecé un curso de coaching. Esta palabra inglesa que se ha puesto tan de moda actualmente es un método para sacar la mejor parte nosotros para poder rendir con la mayor capacidad posible. En realidad tiene diferentes definiciones (la que os he explicado tiene parte de mi propia cosecha), creo que es difícil encontrar dos iguales, pero sí que todas quieren transmitir lo mismo: debemos sacar lo positivo que tenemos en nuestro interior, mentalizarnos a ello y sacarle el mayor jugo posible.

El curso tiene pinta de que me va a gustar porque con el profesor comparto muchas ideas, pero de lo que quería hablar, que fue lo que me llevé del día de ayer, es que tenemos que encontrar nuestro talento.

Una de las cosas que el profesor dijo es que se nos cortan las alas, por así decirlo; tal vez un niño adore dibujar y en vez de apuntarlo a pintura, lo meten a fútbol, cuando el crío no lo disfruta de verdad. Y esto es uno de los miles de ejemplos que hay en este mundo. No sé a ciencia cierta el motivo de porqué se hace esto, pero llegué a la conclusión de que se debe a que nuestros padres quieren que consigamos lo que ellos no pudieron alcanzar. Un error bastante gordo, pero lo hacen con buena fe. Y por supuesto que esto no ocurre en todos los casos, pero sea como sea, sucede…

Y es una pena que el don que tenemos cada uno de nosotros quede cohibido porque a veces incluso resulta complicado descubrir cuál es. Pero una vez que se tiene y se sabe uno puede dedicarle horas. Llega el momento en que si no te avisan otras personas, no te das cuenta de que ha pasado media tarde.

Cuando el profesor habló sobre esto, me di cuenta de que esto me pasa con las charlas (por suerte tengo un buen reloj biológico y manejo las horas bastante bien). Cuando empiezo, no paro. El tiempo se pasa volando y las caras de las personas me indican que aunque pasen dos horas más, no habría problema.

Hoy me ha pasado, hoy tuve otra charla y esta clase era algo más adulta, eran muy receptivos. Llegamos incluso a coger unos 10 minutos de la clase siguiente solo porque yo podía seguir contando cosas y porque ellos podían seguir escuchándome como a niños que les cuentan una historia.

Solo tengo 22 años, no he vivido tantas tragedias ni aventuras como otras personas, pero de un modo u otro logro meter al público en una bola en la que solo estamos ellos y yo, nadie más.

Ese es mi talento, al menos eso creo y quiero seguir este camino por mucho tiempo. Todos tenemos un don, solo hace falta encontrarlo.


El talento

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