Se ha diferenciado en la bibliografía científica bajo distintas terminologías:
-"Trastorno de la coordinación motora" –Clasificación Internacional de Enfermedades, décima revisión (CIE-10)
-"Dispraxia del desarrollo","Trastorno de aprendizaje no verbal"," Déficit de atención, del control motor y de la percepción"- Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, cuarta edición: (DSM-IV)
Estas denominaciones, apoyadas en la categoría de los síntomas,no tenían en cuenta el hecho empírico de que las habilidades verbales también resultan afectadas en la mayoría de estos niños (por tanto, no se trata de un trastorno sólo de coordinación motora o no verbal).
Hasta 2009 en que Nerea Crespo Aguilaz y Juan Narbona (Unidad de Neuropediatría. Departamentos de Pediatría y de Educación. Clínica Universitaria. Universidad de Navarra. Pamplona), definieron este síndrome mediante estudio neurológico en una muestra de 209 niños entre 6 y 12 años, existían pocos estudios epidemiológicos ni referencias sobre la prevalencia del mismo.Los objetivos de dicho estudio fueron: establecer que las características neurocognitivas de este trastorno de aprendizaje son distintas a las del trastorno por déficit de atención/hiperactividad (TDAH, aunque aparezca frecuentemente asociado al mismo), a las del trastorno específico del lenguaje (TEL) y a la de los trastornos generalizados del desarrollo (TGD); y, por tanto, era necesario explicar qué funciones del sistema nervioso están alteradas y proponer criterios para su diagnóstico.
Las conclusiones a las que llegaron sobre la caracterización de alumnos con este trastorno, hoy en día vigentes, son que los niños que lo padecen se distinguen por:
• Adquisición dificultosa de habilidades motrices y de percepción rápida global
• Tienden a jugar con niños más mayores o más pequeños, y desarrollan excesiva dependencia de los adultos
• Buen desarrollo formal del lenguaje y del pensamiento basado en el lenguaje
• Uso inadecuado de pragmática verbal (expresión)
• El 70% asocian TDAH predominio inatento
• Lentitud y bajo rendimiento escolar en 86% casos
• Dificultades en los procesos automáticos verbalizados (tablas aritméticas) y en el razonamiento matemático
• Dificultades en lectura y escritura: lentitud de los procesos de descodificación y codificación.
Para poder diferenciar el trastorno de aprendizaje procedimental (TAP), del trastorno específico del lenguaje (TEL), determinaron que los problemas en el uso contextualizado del lenguaje son cualitativamente diferentes, ya que en el primero las dificultades para integrar la información visual simultánea dificultan la descripción de la realidad y la adaptación al contexto comunicativo; mientras que en el segundo el déficit recae en la comprensión inferencial y en las habilidades conversacionales durante el intercambio comunicativo.Es decir, los niños con TAP tienen dificultades para para comprender y utilizar los distintos significados que pueden adoptar las palabras o frases en los diferentes contextos y para reconocer las ambigüedades del discurso, el lenguaje con sentido figurativo, la ironía y las bromas. Este déficit en la comprensión de la información extraverbal (expresiones faciales, gestos, inflexiones en el tono de la voz) tiene un gran impacto en la interpretación por su parte del discurso.Este hecho, más la incompetencia para los juegos físicos,puede contribuir en algunos casos a la marginación entre sus compañeros.
Algunas de las características del TAP se presentan también en el síndrome de Asperger, por lo que algunos autores han considerado que son dos trastornos del mismo continuo neurocognitivo, aunque de distinta gravedad.Sin embargo,los niños con TAP no presentan ciertas alteraciones típicas del síndrome de Asperger: intereses repetitivos, restrictivos y estereotipados; ritualismos comportamentales y ausencia de intercambio socioemocional. Mientras, los niños con síndrome de Asperger, aunque suelen mostrar peores habilidades visuoespaciales que verbales,no manifiestan ciertas alteraciones neuropsicológicas que caracterizan al TAP.
Para evaluar psicopedagógicamente la sospecha de un TAP en niños, es necesario recoger detalladamente su historial evolutivo y comportamental, así como aplicar como mínimo una batería de pruebas que tenga en cuenta los siguientes aspectos: cociente intelectual verbal y manipulativo, atención, control de impulsividad, integración visuoespacial, memoria declarativa y procedimental, dimensiones lingüísticas formales y funcionales, lectoescritura,cálculo y razonamiento matemático, intereses y competencia social
Para ayudar a los niños con trastorno del aprendizaje procedimental, son útiles programas de intervención psicopedagógica apoyados en el modelo teórico funcional-cognitivo; algunas compensaciones y modificaciones de entorno y rutinas para acomodar su medio ambiente; finalmente, la medicación estimulante únicamente estaría indicada en casos de presentar TDAH asociado.